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miércoles, 1 de diciembre de 2010

La tierra prometida

Estoy cogiendo muerte. Dolor de estómago, dolor de cabeza, ligereza del cuerpo, vértigo, náuseas. Me sugieren vaya al baño y vomite o induzca al vómito, pero de hacer lo que me dicen echaría a la basura los tres vasos de mescalina que me he tomado. Hay cosas que pesan, que duelen, y desprenderse del dolor de ser un humano para convertirse en un monstruo trae otros dolores, en este caso, afortunadamente, corporales y no espirituales. ¿Qué prefieres, padecer del alma o padecer del cuerpo? Yo prefiero lo segundo. Lobsang Rampa dice que los viajes espirituales se inducen con la mescalina, no obtante no es la manera apropiada de hacerlo, y causa, entonces, hoyos en los chacras, así se desequilibra la mente-cuerpo. A mí no me interesa, en mi hoja de vida llevo cuatro años experimentando con psicodélicos fuertes, primordialmente con MDMA, LSD-25, mescalina y psicobilina, además de otras sustancias más ligeras y a la vez más perniciosas, como el floripondio, viaje del cual regresé con fortuna vivo y con fortuna con mi vista intacta. O eso es lo que pienso... Combato el dolor que sufre mi organismo, blanqueo la mente, cierro los ojos y me teletransporto por caminos ágiles y rápidos que siguen caminos sin rumbo aparente. El cuerpo hace lo suyo, y arremece... bebo agua, fumo cigarrillos, por el momento no deseo THC -milagrosamente- temo que empeore la situación. Mis compañeros están preocupados, aparentemente me debato entre la vida y la muerte, y esta es la batalla entre ambos que más reñida está. Los veo difusamente, en derredor mío, cogiéndose el rostro de preocupación, bebiendo ellos también agua y fumando cigarros. Comentan mi situación, o eso creo, puesto que no los ecucho muy bien. Uno de ellos me acerca un falso de cocaína, mas lo rechazo; nunca ha sido lo mío, por lo tanto no tiene por qué serlo. Lo único que me sanaría es... entonces mi visión se aparte de los miles de túneles interconectados que recorro a toda velocidad y visualizo una planta de marihuana en lo más alto del cielo, en la cúspide de este y otros universos. Esa es la salida, la madre me está llamando. Pido un porro, exigo un porro. Me alcanzan el que ellos están fumando, doy un par de caladas y siento el humo expandirse por mi cabeza, la neblina verde apoderarse de mí. Es ahí cuando la imagen de la marihuana se hace más lejana, casi inalcanzable, y es ahí también cuando siento mi cuerpo desprenderse de mi alma, y esta elevarse sobre mi yo-física y volar. Con los brazos extendidos y una mirada anodadada me transporto, me acerco más a la Reina María, la de cabellera verde, la de brazos cálidos, la que tantas veces me ha asistido. Entonces comprendo todo: me está llamando. Exploto de alegría, y recuerdo a mis compañeros; bajo la mirada, siguen donde estaban, esta vez discuten con mucho más preocupación que hace un rato, algunos se lamentan, mi cuerpo yace apoyado en una roca, la mirada vacía, la boca denotando una sonrisa melancólica. Sin embargo, tengo que seguir mi camino. Continuo flotando, y veo cada vez más próxima a la Reina Madre de Todos los Seres de La Naturaleza. "Ahí voy, estoy acudiendo a tu llamado", alcanzo a pronunciar, aunque me doy cuenta que mis palabras n se materializan, que gesticulo la boca y nada más. Escucho una voz estentórea y femenina: "Ven a mí, te acogeré en mi reino". El celeste del cielo y el blanco de las nubes se tiñe de verde y quedan atrás estas imágenes. Veo un bosque flotante, lleno de árboles y de frutas, y de hombres libres que corren desnudos o que se apoyan en los árboles o las piedras, meditabundos pero felices. Es ahí donde tenía que llegar, tarde o temprano, la vida me ha sonreído, he muerto en éxtasis.


martes, 14 de septiembre de 2010

Séptimo día

Otra mañana de otro domingo más. Prometo todo: no volver a beber así, no combinar tantas sutancias ni abusar tanto de ellas, concentrarme -¡ahora sí!- en mi trabajo, olvidarme de las noches de bohemia. No hay nada, entonces, de sorprendente hoy; es un domingo corriente. Me fastidia todo: haber gastado desmesuradamente mi dinero sin siquiera haber fornicado una mujer, la sequedad de mi garganta, el cansancio corporal, el estar solo, sin alguien a mi lado, aunque sea un bendecido perro que me ladre. Nada de serotonina y un montón de semén en los porongos. Hoy es el día del arrepentimiento, de esos se tratan los domingos en mi vida. Me levanto a duras cuestas de la cama. No tengo nada: hambre, ánimo, una compañera... Preparo un café con leche de desayuno y lo acompaño con mis pastillas psiquiátricas. Desperdicié dinero, tiempo y neuronas en una noche de furor, en la cual nada fue real: los amigos, las sensaciones, el lugar, lo que experimentaba en síntesis. ¡PUTAMADRE! Sin éxito me tiro en la cama para dormir. Llevo más de un mes sin producir nada. Me estoy desperdiciando, me estoy quedando atrás; estoy fracasando, y porque yo hago que sea así. Mis intentos frente al papel son garabatos inconexos. Mi rostro luce tan desgastado en el reflejo del espejo -y de seguro en los ojos de otras personas-: ojeras, barba, desorden. "Ya no estás para estas tretas", pienso, "es tiempo de un break". Un duchazo de agua fría me despierta, me saca las impurezas y me refresca. Con la prestobarba arraso los vellos faciales. Aprehendo la laptop, calzo mis zapatillas preferidas y salgo de la habitación. Llevo clonazepanes, este receso no tendrá hierba. No es el momento de. Ya cerca a la estación de buses que parten cada tres minutos al centro de Lima, arrojo mi celular a la pista, donde un amarillo automóvil blindado de PROSEGUR lo arrolla. "PRAC", suena; "por fin un sonido que no sea un BIP". Ahora sí, la relajación total. Compraré unos libros y me sentaré en un parque a leer mientras las palomas se alimentan del maiz que les tira la gente. Hoy será un verdadero séptimo día, un día de descanso y relajo. Alabado sea el señor, que pasa vendiendo cigarrillos.



lunes, 7 de junio de 2010

Regénesis


Tomó mi café, esta vez no es un frapé, por más que me agrade me abstengo, de lo contrario voy a estar peor de la garganta y faltan pocos días para el sábado. No me pienso perder la noche en Bernabé. Una chica pasa a mi lado y se sienta una mesa más allá. Prende un cigarro y apoya los codos en la mesa. Nos miramos de lejos y parecemos reconcocernos, no se de dónode. Alzo la mano para ver si responde a mi señal y así pasa. Se acerca a paso lento y toma asiento en mi misma mesa.

-Nos conocemos?
-No sé, tal vez de otra vida.
-Debe ser, me pareces conocida, es como una intuición, mas no sé de dónde. Debe de ser, com tú dices, de otra vida. Por lo que escucho crees en las otras vidas.
-Creo en las otras vidas y en otras cosas más.

Su serquillo no me deja verle el ojo izquierdo, el derecho, que sí veo, es color café. Sus labios son delgados y pequeños, no tiene ningún tipo de maquillaje en el rostro. Está natural.

-Interesante. Pareces caerme bien, pero no todo lo que parece es. ¿Qué te has pedido?
-Un cortado.
-¿Muchas ganas de quitar el sueño?
-No, ese café era el favorito de mi padre. Soy su primogénita, y continúo con su tradición. Espero que mis hijos, si los tengo, sigan con esta.
-¿Cuántos años tienes?
-¿De cuántos parezco?
-Pareces no tener edad, tu rostro es eterno.

Bota una bocanada de humo, mentolado, afortunadamente. Se me antoja y yo enciendo uno de los míos también.

-Eres el primero que me dice eso, será porque identificamos conocernos de otra vida.
-Debe ser eso. ¿Qué te trae por este café?
-Nada en especial, venía de chequear unos libros en Crisol y se me apeteció una bebida caliente. Y a tí?
-La nostalgia. Sentarse en el café a beber es para mí sinónimo de pensar y meditar, tomar las cosas con calma, hacer una pausa.

Su cuerpo es delgado, no tiene muchos senos y tampoco trasero, esto no es impedimento, la ropa que usa es bien relajada, le cae perfecto, se le ve muy bien, es la onda que me agrada. Cruzo las piernas y me arrecuesto en el asiento. Aspiro el cigarrillo y pregunto con comodidad.

-¿Ya cuántas vidas vas?
-No las suficientes como para pagar todos mis karmas, me falta mucho que recorrer por la rueda de las reencarnaciones, soy conciente que aún no he llegado a la perfección, estoy lejos del Nirvana.
-Parece (una vez más, parece) que atravesamos la misma situación.
-Llenos de coincidencias, ¿eh? ¿A qué lo atribuyes?
-Al universo, el encargado de que todas las piezas del engranaje concuerden para que siga funcionando esta máquina. Todo esta calculado, hasta cómo terminará esta tertulia, aunque lo que bebemos es café, en verdad.

Emite risas. El café es como la biblioteca de la que hablaba Borges, es un lugar donde están contenidas muchas historias, todas las historias, la diferencia es que en la biblioteca todas las permutaciones imaginables están escritas, perpetuadas en el papel, en cambio, en el café la transmisión es oral, lo que hace que hayan muchas más permutaciones aún, porque es sabido que la transmisión oral varía de generación en generación hasta que no se sepa cuál fue la historia original. Nosotros no somos los únicos que estamos sentados, parecemos serlo, porque los demás están a mucha distancia (no física) de nosotros, ya han habido muchos otros como nosotros que han ocupado estas mesas e incluso las mismas bancas cubiertas por sacos de café donde se reposan nuestros traseros. Es posible que hasta nosotros dos nos conozcamos de otra vida pero de este lugar, es sólo que el universo se encargo de recolocarnos. No es una casualidad, porsupuesto. Algo debe de haber.

-¿Soltero?
-Sí. ¿Cómo así?
-Se nota en tu rostro, vamos, tú y yo sabemos que vemos más profundo que nuestros ojos, llevas mucha melancolía dentro (además me lo has dicho). Ha pasado bastante tiempo y sigues así, te preocupa en parte, y en parte, no. Estás libre de alguna forma, y tus amigos están ahí. A ellos les suceden cosas similares, a la gente común también, pero nosotros somos más vulnerables, no sé si sea un defecto o una virtud del espíritu, de todas formas asimilamos los eventos con mayor gravedad que la gente corriente, y el impacto causado genera heridas.
-Sabes más de lo que pensaba que sabías. Una vez más me ganaron mis prejuicios. Lo tuyo es ¿Cocaína?
-Lo era, ahora sólo porros, tratando de mantener las cosas en calma. Tú, porros, de hecho.
-Psicodélicos en general, pero los estoy dejando, ya no me gusta mucho el frenesí, ¿sabes? la época de mi vida en que seudo solucionaba mis problemas ingiriendo más y más bombas que desolarían mi cerebro ya pasó, es mejor relajar. Lo mío es relajar. Indudablemente.
-Psicodélicos... deben ser fuertes. Nunca los he probado. Me gusta Warhol, The Velvet Underground, y esa onda bien ácida, pero el estado locuaz de la cocaína...
-Sí, es rica la cocaína, lamentablemente muy perversa. Es importantre tener en cuenta que es una planta que el hombre la ha denigrado, sabes que la coca es una hoja ancestral, desde los tiempos de los incas, sin embargo el hombre, por su avaricia, codicia, y perversiñón, la ha contaminado con químicos despreciables, el resultado es que luego, esta planta transmutada, toma venganza sobre nosotros, y los efectos que nos produce pueden ser en un inicio agradables, mas después, son aterradores. Te ha pasado, te lo aseguro.
-Aciertas.

Mi café se está enfriando, bebo lo que queda de un par de sorbos.

-¿De qué época seremos, no?
-Siempre intriga. Pero no hay que darle tantas vueltas, woman, vive la realidad. Hace mucho descubrí que tanto redundar en la cantidad de universos paralelos que existen no sirve de nada, puesto que su conocimiento no saca beneficio del unierso en el que estamos situados. Pueden haber mil universos y mil épocas, mil Rolandos paralelamente a este, que toma café contigo, Melani, pero en este momento el único Rolando del que soy partícipe es este.
-¿Cómo supiste mi nombre?
-¿Habíamos quedado en que nos conocíamos, no? Me lo dictó el universo, y punto.
-Sí, nos conocíamos, pero yo no había descubierto tu nombre.
-Mi identidad es compleja, soy mil hombres a la vez. Jamás podrías acertar.
-Te apuesto a que sí.
-¿Soberbia?
-No, confianza, seguridad.
-Vale, me caes bien.

En el universo, una galaxia es absorbida por un gigante vortex, un hoyo negro, y estos dos bebedores de café desaparecen repentinamente. Aparecen otra vez, uno al lado del otro, separados por el tronco de un árbol. No llevan ropa, sus cuerpos están desnudos. Se miran, con asombro.

-¿Tú eres la del café, cierto? Yo te conozco de otra época.
-Sí, tienes razón. Tú eres Adán.
-Descubriste mi nombre.
-Me tocaba a mí, no en todas las dimensiones ibas a ser tú el gitano de la bola de cristal.
-Vale, entonces tú eres Eva.
-Estás en lo correcto, porque sí tú eres Adán y yo estoy aquí sentada y desnuda y no veo más que animales...
-Debemos reproducirnos y crear otra humanidad.
-Así parece, también.
-Bien, cumplamos nuestra misión.

Enlazan sus piernas, enlazan sus brazos, enlazan sus cuerpos, mientras que una serpiente, desde una rama del árbol de la manzana, serpentea con su lengua, y fija bien ambos objetivos en su mirada. En esta ocasión no les hará nada, no logrará convencer a Eva de que coma del fruto prohibdo, y en esta versión de la humanidad todos andaran desnudos, puesto que no poseen la vergüenza, ya que todos son iguales, y comerán del fruto de la tierra por siempre, así cómo convivirán con los animales, a los que les han ido poniendo sus respectivos nombres. A la serpiente un águila la cazó y no se supo más de ella. El edén se cumplió, es otro universo más, es la cabeza de otra persona, quizá.

lunes, 8 de febrero de 2010

Promiscuidad

Quedamos en juntarnos a las 10 de la noche, parecía una hora conveniente para ese tipo de reuniones. El primero en llegar fue Jair, quizá por la cercanía a mi casa. H se demoró más, quizá por la lejanía a mi casa. Teníamos un espacio aparte, yo preparé los parlantes y seleccioné buen techno. Que yo sepa a H le gusta en algo, a Jair no lo sé, pero yo era el local, tenía la decisión. En mi estante contaba con un Appleton State, faltaba la gaseosa nada más.

-¿Qué vamos a tomar? -pregunté de todas maneras.
-No sé, tío -dijo H- un corto puede ser, para conversar.
-Yo creo que unas cervezas -opinó Jair.

Éramos dos contra uno, estamos en un país demócrata, somos la juventud y debemos demostrar que la respetamos. Esa noche se tomaría trago corto.

-Tengo un Appleton State.
-Me anima más un whiskey, tío.
-Si se trata de cortos mejor un whiskey, el ron te deja resaca y mañana entro al banco temprano, che.
-Vale -me extrañó el "che" de Jair, le pregunté a H: -¿y este enajenado qué tiene?
-Está con una argentina.

Argentinos hijos de puta, a donde van dejan ese dejo quisquilloso y antipático. Deberían esmerarse con su castellano. Me pareció buena la idea del whiskey, al fin y al cabo yo también tenía que trabajar al día siguiente y no quería estar reseco atendiendo a los clientes.

-Vale. Vamos a comprar el trago -prendí un mentolado.
-Fumando mentolado eh, tío...
-Sí, les he encontrado el gusto.
-Prefiero los rojos, che.
-Deja de decir "che" antes de que me infles las pelotas viejo, estamos acá para conversar sobre temas importantes y dejarnos de cojudeces.
-Está bien, bróder.
-Suena mejor, tío, con ese acento argentino no vas a llegar a ningún lado, tienes que ser auténtico.

A causa común compramos un par de etiquetas negras y cada quien compró sus cigarrillos puesto que teníamos diferentes gustos. H los Lucky Light y Jair a.k.a J los Winston Rojo. Regresamos a la cueva. Sonaba "Jackson Flavour", con graves cavilantes y -vocales de mujeres excitadas que decían "I don't mind" repetitivamente. Qué exquisites. Nadie se quejó de la música. Todo iba bien.1

Preparamos una jarra de whisky on the rocks y cada quien se echaría, si es que deseaba, Red Bull en su vaso. Yo lo haría, lo prefiero así, siempre lo he tomado así, me gusta más así. J hizo lo mismo, H prendió un cigarrillo y optó por tomar on the rocks. El cinicero iba a tener que ser cambiado varias veces, anticipé. Fumadores empedernidos. "FUMAR PRODUCE CÁNCER DE BOCA", dice a modo de avertencia con letras bien grandes y en bólido acompañada de una imagen catastrófica de una boca cancerígena. A nosotros no nos importa, de algo se tiene que morir, y si es de cigarrillos a buena hora. Un estúpido cáncer no nos iba a privar de un poco -toneladas- de humo, si fuera el sida sería otra cosa.

-¿cómo te va en el banco, tío?
-Bien, percibo buen sueldo, pero es una joda eso de embarrarse permanentemente las manos con dinero que proviene de los norteamericanos, va contra mis ideales, pero debo hacerlo, me da dinero y con eso me alcanza para pagar algunas cosas en casa y divertir a la argentina en hoteles de primera.
-Tienes razón, te va bien, viejo. Lo que no entiendo es cómo así terminaste con ese bigotito y esa barbita, viejo, se te ve chistosísimo. ¿Así le gusta a la argentina o es tu estilo?
-Es mi estilo. La argentina no importa, igual se me pega.
-Carajo tío, quién iba a pensarlo, recordar que en el cole te repudiaban porque te apesaban las axilas y se burlaban porque una vez llevaste en educación física unas medias de un color y otra de otro.

Me río. Esa vez fue memorable. J se puso a llorar en frente de todos, se quebró, todos expusimos nuestro lado más inhumano. Ahora no es más que una anécdota, hasta J la recuerda con gracia.

-Todos los pendejos del cole están que estudian como cojudos en la universidad mientras yo sigo escalando en el banco. Mira quién ríe.
-Un brindis por eso, tíos.

Alzamos las copas a la voz de H y las chocamos. Una por J.

-¿Y cómo va esa onda de tus estudios y proyectos de la literatura española, H, viejo?
-Más o menos, no le estoy poniendo el suficiente empeño, me he quedado en ese sentido, estoy más preocupado en escuchar a "La Mente", "Los fabulosos Cadillacs", y "Silvio Rodriguez".
-Esos trovadores nunca me han agradado, causa de una mujer.
-No te dejes llevar por esas cosas, bróder, aleja esa percepción errada y escucha bien la música, Silvio tiene lo suyo.
-Sí, quizá, viejo, sólo que no va conmigo. A mí dame techno, dame el poder.

Veo el baño. Me veo entrando y saliendo, sacando mi billetera, mi dni, mi falso e inhalando cocaíana para sentirme mejor. Es sólo una visión, no lo estoy haciendo, no lo haré, ni más. regresó la vista a mi trago y me lo secó de un sorbo, para desvanecer la ilusicón con mayor rapidez. Hay que anular el lado perverso desde la raiz. El lado osucro es muy fuerte.

-Lo que sí es que tú vas bien, tío, ya llevas 3 años en la web.
-Ni tanto, H, son sólo 2, hay que recordar que el 2009 desaparecí. Recién lo estoy retomando.
-Yo sí me quedé en nada, bróders, el banco y la argentina me han absorvido; pero siempre le doy una revisada a sus blogs.
-¿Y qué me dices de la "Serie Rosa - CUentos de un amor póstumo"? Tal vez no continuaste en el blog porque era imposible dadas las circunstancias, pero eso no bloqueó tu impulso creativo.
-Bueno, sí, no dejé de crear, pero esos cuentos no van a ser publicados en la web, estoy esperando que salga el físico nuclear para que me contacte con su amigo el editor y se me haga más fácil publicarlo en tangible. Ahí se despego.
-Estoy seguro que pasará, bróder.
-Yo no sé por qué no escribes más seguido, H, desde que estábamos en el colegio escribías muy bien, en esa época yo recién andaba en la cuna de la literatura, sólo leía, pero en cuanto a creación estaba en nada.
-Hey, tío, pero si no hay nada mejor que yo tenga que tú no, tus relatos de los antihéroes son fenomenales.
-Vamos, H, no estamos aquí para que me loen, es cierto que es una fecha especial para mí, pero tampoco con lisonjerías.
-Pero H no dice nada que diste de la realidad, bróder.
-Los textos que sí me agradaron fueron los tuyos, J, quién pensaría que de aquel párvulo del colegio casi inexperto en letras terminaría haciendo poesía, y de la buena. A mí nunca me ligó la poesía, escribo una que otra, pero no son certeras ni bien iluminadas.
-De eso sí me he dado cuenta, tío, pero tienen algo que las hacen interesantes.
-Bueno, bueno, como ya lo dijo Zarek no hemos venido para alabarnos.
-¿Sabes Z? Mi mamá leyó tu blog, lo encontró dentro de mi página de Favoritos y creyó que tenías un quiste en el cerebro. "A ese chico le suce algo, sus padres tiene que hablar con él", me dijo -carcajeamos.
-Ese es el fin, ese blog no es para cucufatos ni nada, es para gente progresiva, librespensadores.
-Un brindis por eso, bróders.

Alzamos las copas, las chocamos y decimos al unisono "Salud".

-¡Qué viva el Che Guevera! -dice H, subido de tono.
-Que viva el Che, Fidel y todos esos pelotudos que le hacen la vida imposible a los junkies.
-Bróders, los jankies me dan de comer en el banco. A ellos les debo todos esos dólares ficticios que les prestan a países subdesarrollados como el nuestro a cambio de materia prima. Ellos se llevan todo, pero que interesa, yo tengo mi suelo y punto.

H y yo intercambiamos miradas. J ha desatinado. Intento mejorar la conversación y hago una urra:

-Rayos J, te admito ese comentario sólo porque por lo que dice H te estas ligando a una argentina de buena calaña.
-Jaja
-Hablemos de política, bro. Basta de bromas, vamos a lo serio, a eso hemos venido ¿no?
-Tienes razón -decimos H y yo.

Aunque la política no es nada importante en este país, es algo denigrante, puede aparentar serlo con unos tragos encima. El cenicero ya tiene más de diez colillas y la habitación huele a humo de todos los sabores.

-Dicen que Bayly se manda a la candidatura, ¿no bróders?

Me río por la sinvergüencería de Bayly, un escritor controversial y polémicón que actualmente lleva un programa donde se mofa de todo lo que le queda al alcance y toma a la política como una broma, además de publicar inicialmente un libro donde habla de relaciones homosexuales y un último donde en la portada figura un porrazo y una hoja de marihuana en la parte superior derecha. Sin embargo, su osadía es digna de resaltar, y lo manifiesto:

-Es un hombre sincero, yo creo que lo hace por joder, pero así como jodiendo no saldrá en esta pero quizá sí en la próxima. Es un hombre inteligente, sabe lo que hace y en lo que se mete, no es tonto. Es un plan a largo plazo, sin duda.
-La ignorancia es grande en este país, con gobernantes como Alán García que se esmeran en mantener a un pueblo bruto para que los sigan engañando, es probable que la gente se incline por Bayly, tiene carisma y apoyo de cierto sector.
-Ustedes dos están en lo cierto, pero falta mucho para las eleccciones, quién sabe que pasará de aquí hasta el 2011.
-Dime a mí, viejo, que me alejé el 2009 y cuando regresé parecía estar todo de cabeza, y eso es que me refiero a mi micromundo, ahora imagínate si hablamos a nivel macro.

La primera etiqueta negra se ha acabado, la conversación ha fluido de manera aceptable. Tres escritores amateurs saben ingeniárselas para pasarla bien, o al menos para hablar de nimiadades aparentándolas gran cosa. Es pura pose; es literatura.

-¿Han visto la película "Cofee & Cigarretes?
-Sí -me responden.
-¿Muy buena, no?
-Los diálogos casi estúpidos y sin sentido son lo que más me llama la atención, tío -dice H.
-A mí me sorprende la cantidad de famosos que reunen para situarlos en papeles tan ridículos, hasta estaban los Wu-Tang Clan.
-Sí, increíble -sentenció luego del comentario de J- Fue una cusqueña la que me mostró ese filme, muy buena onda.

Estuvimos un rato en silencio mirándonos las caras y aspirando nicotina, que años después nos destrozaría los pulmones y nos otorgaría una muerte no memorable. Pero somos escritores. Tenemos el derecho.

-¡Qué viva la marihuana. carajo!
-Es una lástima que no puedas fumar, tío.
-¿Ya no puedes fumar, bróder?
-Puta, ni me hagan pensarlo. Pero estamos en un mundo que da vueltas, quién sabe, todo regresa, todo se va.
-Con razón que te veo fumando cigarrillo tras cigarrillo, que yo recuerde tú no fumabas -dice J.
-Bueno, lo hacía sólo cuando inhalaba cocaína o consumía mdma, tú sabes -no, no lo sabe- para estabilizarse.
-¿Pero no te puedes mandar un par de hits a la semana, tío?
-Es muy arriesgado, dejemos esta conversación de lado porque me estoy frustrando -me sirvo un vaso con bastante hielo, bastante whiskey y bastante Red Bull. Lo miro atentamente y me lo tomo todo, con decisión. un leve sismo sacude mi cabeza, nada grave, esto está empezando.

La última conversación no me ha agradado, que me recuerden eso me ha obstruído. Necesito calmar las ansias con ortra cosa, necesito sustituir mi afdicción. Lo reconozco, no consumo, pero soy un adicto, lo llevo en la sangre, me etiqueto de esa manera, me siento bien de serlo. "Pruébame y verás que todos somos adictos", suena en mi cabeza.

-Creo que esto se está poniendo aburrido, debemos de tener más acción, bro.
-¿Estás pensando lo mismo que yo, J?
-Si es ir al Scarlet, sí.
-El Scarlet ya está muy gastado, tíos, ya estoy aburrido de las mismas cholas power y ese ambiente de mierda que rodea el local.
-Buen punto -damos la razón a H.
-Pero el Scarlet no es el único Nightclub... -agrego.
-Estamos cerca de las "Suites", bróders. Recuerden que de ahí salió la Karen Dejo, tremenda puta.
-Y ahora está en el ruedo de la TV, ¿tú crees que va a volver a cobrar 2000 dólares por chuparte la verga y dejar que se la metas por el culo? Ahora lo hace gratis con empresarios con tal que la coloquen en cualquier programa de TV nacional porquería.
-De eso terminan viviendo, viejos.
-Sí -sentencia H.

Me veo nuevamente entrando a un baño de un nightclub e inhalando cocaína. La imagen desvanece, parece ser los demonios del pasado que me persiguen, o será que tendré que ir al psiquiatra para que me recete litio para la ezquizofrenia, aunque dudo que use el litio necesariamente para la ezquizofrenia... Prendo el duodecimo cigarrrillo. Tengo una opción:

-Olvidémosno de las "Suites" y de Karen Dejo, el Emmanuelle ofrece muy buenos servicios.
-Antes que todo, ¿tenemos dinero?, bro -pregunta J.

Abro mi billetera y veo 400 dólares. Negocios fáciles. No gasté ni una gota de sudor, sólo hice tres llamadas, un par de movimientos imperceptibles, la conexión y listo, como si yo no hubiese hecho nada, y con cuatrocientos dólares de ganancia en la billetera. La efectividad de los negocios oscuros, y la eficacia de un hombre que no pierde las mañas. ¿Cuánto demoré? Medio día. Me siento orgulloso, no he perdido la efectividad, en ese campo sigo vigente, como en mis viejos tiempos, pcomo para que no se olviden quién soy.

-Yo cuento con cuatroscientos de los verdes. Alcanza para todos.
-Yo tengo trescientos soles -dice J.
-Yo tengo la mensualidad de la Católica, luego la puedo reparar.
-Yo pongo más si es necesario, estoy más grueso y me gusta compartir, viejos.
-Todavía nos queda media botella de whiskey -nota J.
-No te preocupes, en el Emmanuelle tengo un contacto en la entrada que me va a dejar meterla caleta.
-¿Estaremos haciendo lo correcto, tíos?
-Claro que sí, somos hombres, estamos ebrios, y queremos lo más fácil. O deseas ir a la calle de las pizzas y coquetear a una chola, seducirla con tu billete y que te ofrezca un mal servicio sexual? Yo me voy a lo seguro, quiero que me chupen la verga como si tuviese elixir dentro de ella y que muevan el tubo como una licuadora, además de que me digan cochinadas al oído, además de que finjan tener un buen orgasmo, si lo tienen o no no interesa, yo les pago porque lo aparenten, aunque las últimas veces que he ido todas se me pegan, creo que les doy bien por el ano, a veces me piden que les haga la sopa, pero esas conchas no están para esas tretas, que se conformen con que entre la verga en la posición y el ángulo correcto. Yo sé que las hago gozar. Te apuesto que yo ni voy a pagar.

H se ríe con honestidad.

-Me gusta la idea, dice J. Veo porno desde que tengo siete años y este tipo de cosas, bien cochinas, prohibidas y tabúes me tienen de los pelos.
-¿Entonces, vamos?
-Que esperamos, tío, vamos. Hay que sentenciar la noche.

Cogemos nuestros paquetes de cigarrillos, prendemos uno cada uno y afuera paramos un taxi. No le preguntamos cuánto nos cobra, simplemente nos embarcamos. Ya esas vaginas sabrán que es literatura, política y películas independientes.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Cosas del Trabajo

En mi trabajo (porque eso era después de todo) no pensé quedarme tanto tiempo, es mas, yo sólo pensé que me quedaría unos tres mesecitos y que de ahí renunciaría y, ya, chau. Ingresé circunstancialmente, casi -voluntariamente, más que todo porque estaba contra la espada y la pared; pero de haber sabido que me encontraría con un jefe como el que me encontré y con un sistema tan inteligente y astuto como en el que estuve... no hubiera ingresado nunca. Los primeros meses mi estadía fue ardua, los trabajos eran difícil tanto física como conductualmente, aunque tenía algunos privilegios a ciertas horas. Hasta ahora no entiendo con qué fin me retenían porque, en ese entonces, no cumplía con ninguna de las características para desempeñar con las labores que me vendrían en un futuro, es mas, ni intenciones tenía de desempeñarlas, ánimo en mí no había más que el de pasar el tiempo. Pero me retuvieron. Y aquí estoy. En un escalofón que sólo meses después imaginé algún día llegar (incluso me tentaba serlo), pero que tenía sus obstáculos puesto que llegar ahí significaba estar más tiempo ( y de nuevo el factor tiempo) del que yo suponía estar (o soportar). Ahora he pasado lo más difícil, me ha costado mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio, haciendo tareas deplorables y hasta algunas que iban en contra de mis principios pero necesarias para el ascenso que he ido escalando y escalando y, como todo aquel que hace las cosas bien, me tocó lo que me corresponde, lo que anhelaba, y por eso quien estuvo antes que yo donde estoy, que estuvo sólo por mi ausencia en esta área, me envidia. Soy el brazo derecho de mis jefes y amigo en especial de uno en particular. Ya no es a mí a quien tienen que ordenar, sino soy yo quien da las indicaciones, eso sí, claro, sin revanchismo, existen los modales y no me gusta que la gente se sienta como en determinado moment me sentí yo: nada. No tengo ni porqué entrometerme con los trabajadores comunes -anque a veces, por mi dedicación y humildad, lo hago- , yo tengo que empincharmelas con los jefes de áreas, ellos sí que tienen que rendirme cuentas a mí de absolutamente todo; peor soy condescendiente y los dejo trabajar, no me gusta que me guarden rencor ni que la gente se distorcione sobre mi persona. Pero así como yo me les empincho, hay quienes se empinchan (y cuando lo hacen sálvese quien pueda) conmigo cuando las cosas salen mal: mis jefes. A ellos yo les debo tooodas las cuentas, incluso en las que no tengo ni pelo que ver, etcéteras veces me he comido pleitos ajenos guardando el debido respeto; es que hay que aplicar lo aprendido. Sí, agachar la cabeza y quedarme callado es algo que he aprendido, por más que me cueste hacerlo. Sin embargo todo tiene su límite, y no es que sienta que han abusado de mi persona, sino que todo tiene sus límites, y los míos ya llegaron, para bien o para mal. Me da lástima, porque increíblemente le he cogido un cariño peculiar a la institución y con quienes trabajo, seres que lamentablemente tras mi partida no podré frecuentar -salvo que terminen su ciclo, y para eso falta-. Me encuentro en una buena situación laboralmente hablando, me han ofrecido un ascenso, el cual supone una descarga de trabajo para mí, es decir, que lleve un trabajo más suave (eso no dice que tenga un rango menor), con el título de "asesor", y sólo tenga que aconsejar a quienes suben a los puestos que yo ya he pasado de óptima manera. Yo estaría, igual, por encima. Pero no es la clase de trabajo que yo necesito actualmente, yo debo de estar más ocupado, además por mucho tiempo me he entragado al 100% a esta empresa, dejando de lado muchos problemas y cuestiones personales pendientes que dejé de la nada tras mi sorpresivo ingreso aquí, y, ahora, habiendo concluído yo mis metas, deseo cesar el trabajo y luchar por lo que dejé fuera. Ya es mi hora, tanto tiempo sin saber nada de mis seres queridos (uno de los gajes del oficio), sólo preocupándome por lo que sucede acá. Ya es demasiado sacrificio. Ya llego, redundo, mi hora, y como bien dicen "nadie es indispensable", así que yo sé que tendré sucesores que llevarán la dinámica de la empresa tan o mejor como yo la llevé, porque yo los acompañé cuando ellos fueron creciendo y los traté de inculcar de lo mejor posible. Con mucho respeto, me despido de esta empresa; así como vine: de sorpresa. Espero que lo tomen a bien, yo ya debo lidiar por lo que realmente deseo. Adiós y gracias.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

De viajes

A Diego y Gabriela


-Hey viejo, otro viaje -sentenció. -Habla.

Lo miró. ¿Estaba para otro viaje? No olvidó los viajes ni lo0s sacó de sus planes, pero ¿era el momento indicado? Pensó, y mucho. Quería y n quería un viaje, simultáneamente. No sabía ni sería lo mejor. Después de tiempo, tomar la decisión de viajar no era así de simple. La verdad es que temía. En su vida los viajes fueron placenteras y exquisitas experiencias, pero el tiempo pasó y nueva información filtró su cerebro, las que podían impedirle tener uno bueno. Sabía los riesgos que correría: de no resultar óptimo las respuestas serían desastrozas -sin exagerar- y podrían mermarlo y hasta traumarlo, pensaba. Entonces: ¿cuándo iba a ser el tiempo? Porque tarde o temprano lo tendría que hacer, no podía olvidar su identidad de viajero interdimensional por excelencia. Dos bandas batallando en su cabeza. Tenía que esperar un detonante, una excusa para perdonarse de hacerlo de nuevo. Y tenía ansías de que suceda. Pero ¿y cómo iba a resolver este instante? ¿Que iría a responder? Estaban su amigo y él, sentados cara a cara, el ruido de la música no importaba, ellos son los protagonistas.

-No lo sé -contestó -, tengo muchas dudas.

Su amigo -del cual no sabemos su nombre- no lo condenó ni le insistió, sólo se quedó atónito y se sintió, bueno, algo triste. Triste porque pensó que su gran compañero no era el mismo de antes y que, a causa de eso, se privarían de espectaculares momentos compartidos, como los que tuvieron en el pasado. Pero lo estimaba y consideraba mucho como persona y lo respetaba, así que no podía, aunque quisiera, manipularlo, su decisión era su decisión y listo.

Elías, por su parte, se quedó callado y sumergido en su propio mundo. Sentía que se defraudaba y, por ende, también a su amigo. Eso sentía, mas no necesariamente era lo correcto. Pensó -al igual que lo había pensado ya su compañero, y tal vez con acierto- que ya no era el mismo de siempre y se atormentó con la idea. Desprendido de su esencia, careciente de su sustancia. No lo quedaba de otra; primero era él. Un aliento -divino, quizá- le devolvió el ánimo. En el hoy no sería preciso, pero si probablemente en un mañana, que ojalá tan lejos no se encontrara. Pasaba por una etapa y una vez concluída ésta vendrían más, propicias para lo que quería y anhelaba. Su mañana no le correspondía, no había de qué preocuparse, porque justo en el momento recibió una palmada en el hombro que lo distrajo de sus cavilaciones y del juego y escuchó a su amigo decirle:

-No hay problema. La vida nos dará muchas cosas más. Nuestra amistad seguirá.

Sonrió, porque la vida le otorgaba esperanza.

martes, 18 de noviembre de 2008

Cript Tonight



Pepe Poppers recibió ese apodo después de quedar encantado una noche cuando en su roleada le invitaron esta sustancia que sirve para limpiar cabezales. La sensación fue buena así que pensó tomarla en cuenta para el futuro. Sin embargo, en estos lares no abunda dicha sustancia, es mas, no la hay, para conseguirla deben enviartela por correo o pedirla en algún sex-shop de la web. Es un trámite y los trámites no son agradables, así que quitan los ánimos de todo intento. Pero se venía una ocasión especial, un festival que sólo se hacía una vez al año y donde todos los presentes -los usuales presentes, porque en ese evento abundaban los poseros, los curiosos y los incautos (en este caso sí bienvenidos, a pesar de su aura extraña, sumaban más personas a la asitencia y eso daba más credibilidad al evento)- suelen realizar alguna aventura que implique la combinación o el consumo de sutancias en exceso, como si fuese un día especial para hacerlo. Tal vez lo sea. Pepe Popper era uno de esos usuales presentes, así que semanas antes del evento juntó el máximo de dinero que pudo para armarse una "lonchera" de aquellas, como mínimo, similar a la del año pasado. Esta vez quería algunas cosas más, tener algo no habitual en él, así que como escuchó que por ahí habían poppers decidió aprovechar la ocasión. Se juntó con un amigo y entre ambos adquirieron un pomo, un hermoso frasco de Crypt Tonight. Ese día le dieron unas probadas y el resultado fue genial, se prepararon para lo que sería en la fiesta. Acordaron (Pepe fue el de la idea) que no se los invitarían a nadie, que lo tendrían sólo para ellos y que los únicos en degustarlo serían los miembros más cercanos de "la gentita". Era un acuerdo engañoso, porque suele suceder en las fiestas que en un rato ya estás tan colocado que quieres a todos como tus hermanos y se hace común el compartir, se vuelve algo especial. Él lo tuvo en cuenta, no obstante, igual dejó en claro que no invitarían. Llegó el día de la fiesta y se fueron con todo, primero todo tranquilo pero ya a las 12 de la noche las cabezas se calentaban más y más y el cuerpo entraba en sintonía. Crecían los afectos y las sorpresas ante los amigos que te encuentras en el dancefloor o por ahí caminando. Entonces ni él ni su amigo soportaron lo que habían acordado cuando adquirieron los poppers y le invitaron a todos los que se les cruzaba por la vista. Era agradable compartir. Todos quedaban sorprendidos, el efecto de esa Criptonita era letal, te dejaba fuera de foco por varios segundos y cuando te regresaba ya ni sabías donde estaba. Varios , además de agradecerles, los felicitarion: había sido una perfecta compra. A esa fiesta también fue Clar Kent, fue de incauto, en una misión especial y secreta porque se le había ordenado detectar a los capos del narcotráfico internacional, quienes se suponía en su mayoría estaban ahí. Pero Clar Kent era de carne y hueso y por más que sabe volar y tiene superpoderes no aguantó a ver a la gente tan extasiada y desaforada que se compró algunas pastillas que lo iban a hacer saltar a mil. Clar Kent se estaba divirtiendo, sólo, pero se divertía. Parecía uno más de la escena, bailaba y tomaba chelita, aceptaba los joints que le rotaban y saltaba en grupo si alguno lo añadía. Estaba puestazo, hace tiempo que no comía unas pastillitas tan fuertes, era mucho mejor que ser Superman, pensaba. Se confundió muchas veces entre la gente y en una estuvo cerca del grupo de Pepe Poppers. Pepe Poppers no aspiraba mucho porque se salía demasiado de control y la sed lo invadía, así que iba con cuidado con esa nota, pero no se negaba a invitar a nadie, a veces era por su propia cuenta y otras porque su amigo le avisaba a quien debía convidar, total, no había problema en ello, se había acabado eso de que "sólo le invitamos a la gentita y listo". La gente estaba en nada, así que justo su amigo le avisó que invité a algunos miembros del grupo y Pepe lo hizo sin problemas. Pasó el frasco por la nariz de cada uno y les permitió aspirar "lo justo", pasó por uno, pasó por otro, y llegó al lado de Clar Kent. No lo conocía, pero lo vio sudando así que supuso que también estaba en algo, pues habría que invitarle, quizá estaba de bajada y necesitaba algo que lo mande con fuerza de regreso a la locura. Entonces acercó el frasco a la nariz del desprevenido Clar, quien voltió y vi el rastro de la sustancia verde que se desprendía por la boca del pomo y se asustó hasta que se le escalaperaron los pelos. El olor lo invadió cada vez más, penetrando por sus fosas y bombeándose del corazon hacia las venas. Estaba acabado. Sus ojos se voltearon y se cayó de inmediato. Ni Pepe ni los chicos le dieron importancia, muchos se desmayan en ese festival y es por eso que hay un tópico, donde de seguro lo curarían. Ellos siguieron fiesteando y celebrando, jactándose de lo poderoso que eran sus poppers. En cambio, Clar Kent estaba muerto, esa Crip Tonight fue su final. Lex Lutor podía hacer ahora lo que se le antojase con el planeta tierra.

martes, 21 de octubre de 2008

Fiebre de Sábado por la Noche ("Come with us")

Ese sábado planeó hacer nada, los dos últimos fines de semana habían cubierto el apetito de su cerebro y le habían pedido un pequeño receso, por eso hoy lo dejaría descansar. Salió temprano de su casa, ya que el solcito asomó con fuerza y so lo animó. Cargaba en su bolsilo un bondadoso cops, producto de una inversión rápida e inteligente, de esas que desearía jamás dejar de hacer; estaba sobrado. Luego de estar en la casa de Fer, a las ocho, se dirigió al lugar que pensó serúia su última parada, la casa de su amiga Danitza. Era una sorpresa, hace tiempo que no la visitaba y quería impresionar con su presencia. Tocó el timbre y esperó en la puerta.

-¿Quién? -preguntó Orlando asomándose por la ventana de su cuarto, en el segundo piso- Ah, eres tú. ¡Daniiiitzaaa te buscan!

Continuó parado, tratando de recordar si la casa de la tñia de Alfonso era la rosada de la derecha o la verde de al frente, hasta que Danitza abrió.

-Hola, amiguito. ¿Cómo estás? -le dio un cálido abrazo- hace tiempo que no se te ve por acá.

-He estado en otras cosas, estudiando y dándole a los fierros -sonríe-; por fin me matriculé.


-Vaya... no te quieres quedar atrás. Ven, pasa al cuarto.

La misma luz amarilla tenue de siempre alumbra la sala, que termina donde comienzan las escaleras que ellos suben sin cautela; Danitza va de primera y le avisa a sus padres de la llegada de Ramiro. Empuja la puerta de su cuarto, dejando escapar el olor café que tiene la marihuana quemada.

-Yo también tengo -dice Ramiro. Ve a un sujeto sentado en el extramo de la cama.

-Te presento a Chito -dice señalando al tipo-; Ramiro, Chito. Chito, Ramiro.

Cambian unas palabras. Ramiro nota algo raro en él. Cuando le estrechó la mano estaba sudorosa, así como su respiración brusca y agitada.

-Estamos esnifando rol -Danitza enseña un papel lleno de polvo amarillo y lo ofrece- ¿Quieres?


-Bueno -dijo sin dudarlo y metió sus buenos arañazos- ¿Nunca cambias, no?


El panorama le cambió un poco, se sirvió un trago de whiskey y empezó a liar un joint.

-Para que la suba -le dijo a Chito, tratando de entablar conversación.

Danitza se sintió un poco incómoda y le dijo a Ramiro lo que tarde o temprano, por más que dilate el tiempo, le iba a tener que decir:

-Ramiro -dudó dónde fijar la mirada- por si acaso yo ya estoy de salida, me voy a un tono en Rinconada.

Quedó atónito. "De saberlo no hubiera peñizcado ni mierda". Sentía que había sido sólo para despistarlo, pero no importaba, total, esos dos peñizcazos no eran nada. Aunque cuando lo pensó bien reaccionó: era sábado y él era el anormal y aburrido que no quería salir a ningún lado por querer quedarse tranquilo, fumanchando.

-Bróder, yo me quedo -dijo Chito- fácil hacemos algo por ahí.

Ramiro afirmó. Siguieron tomando. Cruzaron más palabras y descubrieron que tenían algunas coincidencias: música, conocidos de barrio, aventuras en los mismos bares. Se enteró que lo que le invitó Danitza era de Chito y no de ella, pensó en la posibilidad de que este compañero de su amiga esté más cargado. Pasó la lengua por los labios. Habló con Danitza, que no dejaba de alistarse cuasi maníaticamente; ya se había probado diferentes sweatters pero por ninguno se decidía. Al final se quedó con uno verde que iba en perfecto juego con su jean rosado bien apretado y las zapatillas Converse del mismo color, había dado con la combinación exacta. Danitza intentó convencerlos para que también vayan al privado, pero para Ramira no había forma, era "muy lejos".

-Pucha, yo sólo he salido a loquear un rato -se excusó- pasé a visitarte porque tiempo que no lo hacía, al menos si fuese por acá...

Ella lo aceptó, pero bajo una condición: que el próximo fin hagan algo juntos. Él accedió.

-Entonces ya vamos saliendo -cogió su cartera.

Chito se paró con inmensa pereza de la cama y secó su vaso de un sorbo largo. El la puerta, junto a Ramiro, se despidió también de su amiga tambaleándo de un lado a otro, no lo podía evitar. Miró a Ramiro y le preguntó:

-Y ahora, ¿qué hacemos?

Ramiro no tenía muchas ganas de hacer algo, es más, recordó que había planeado no hacer nada. Además esos peñizcazos ya le habían bajado y ahora sólo quería fumar y conversar. Pero sabía que su compañero estaba en otro tipo de estado y eso lo inquietaba porque así como estaba de seguro que no pensaba en irse a su casita o en estar tranquilo por un rato. Se ponía en su lugar y lo comprendía, así que trató de decírselo de la mejor manera.

-Bróder... -interrumpió su celular- un toque, me están llamando. Contestó. Leonardo estaba al otro lado de la línea, le tenía que decir algo importante: había un privado en la casa de Esteban y había trago y flaquitas ricas, que su pata no importaba, que vayan nomás.

-Habla, vamos a un privado en Surco -le dijo a Chito.

Chito aceptó sin rodeos, la cabeza le dolía de tanta presión y lo mejor que podía pasarle era que tenga que meterse a cualquier lugar que tenga música y que la entrada sea gratis. Tomaron un taxi, recién el tercero en parar les cobró "lo justo". El carro pasó por el óvalo Higuereta y continuó por la derecha, doblando para la Castellana y enrrumbándose para la Capullana. Cuando ya estaban a cuatro cuadras, Chito habló:

-Mira -metió la mano a la casaca y sacó un frasquito que en su base tenía un poco de líquido.

-¿Qué es eso? -preguntó intrigado y con los ojos que se le salían. Las cosas cambiaban, y mira qué rápido. Era un sábado de sorpresas.

Chito respondió con tres consonantes que cuando se juntaban en el debido orden signficaban caos e intensidad: la décimo segunda, la vigésima y la cuarta. Ramiro abrió la boca como puta y dijo desde lo más profundo de su ser:

-¡INVÍTAME ESO!

El taxi se estacionó frente al Chifa, en la esquina de la Iglesia. Pagaron exacto y a medias, bajaron del carro, acomodaron sus billetes y se dirigieron donde Esteban.

-¡Por favor men! -insistió Ramiro.

-Ya, estpa bien, pero sólo tengo esto -mostró bien el frasco; en el poto, bien inclinado, se veían un par de gotas- pero hay que conseguir agua.

Ramiro aceleró el paso hasta la casa de su amigo, cuando llegó presentó a su compañía al grupo y cogió un vaso de whiskey que estaba suelto.

-Acá está -lo entregó.

Chito preguntó por un lugar más caleta. Ahí sacó el frasco y vertió el contenido en el vaso, a continuación dioo un sorbo y dejó lo demás para Ramiro, quien se lo llevó a la boca mismo sediento en el desierto. Una vez más, había cambiado la perspectiva. Sintió el sabor correr por sus agallas, así como el calor trepar para la cabeza y la presión a su sonrisa. Caminó en búsqueda de su grupo. Los encontró en el patio, apoyados en la mampara que separaba éste de la sala de visitas, al costado de la pisicina que estaba vacía porque todavía no era la temporada.

-¿En qué estás?

-Dos gotas -todos lo miraron asombrados.

Darío, el más experimentado del grupo y el encargado de infundir las nuevas ideas, posó su palma sobre el hombro de Ramiro y le deseó "buen viaje".

-Quédate acá, hay mucha gente -advirtió, por la cantidad de gente y sus karmas concentrados en la atmósfera. Sabía que su compañero estaba expuesto.

Mientras, Chito se concentraba en las paredes, en el suelo, y en todo lo que no se movía. lo agobió el ambiente, el no conocer a nadie, se dio la vuelta y sin que nadie lo sepa se fue. Ramiro estaba sólo en el viaje ahora. Se separó un rato de su grupo, una antojadiza curiosidad lo motivaba a darle un vistazo a la fiesta. Rondó por los cuatro ambientes y se quedó un rato en la sala, donde estaba la cabina del Dj, cerró los ojos y viajó por los colores de la música que sonaba, cerró el puño y lo agitó de arriba a abajo. Una presencia le dio frío. Abrió los ojos y vio un par de chicas, hermanas en apariencia. Le llamó la atención la más pequeña de estatura, y probablemente también de edad, teniendo en cuenta los rasgos faciales, le intrigó su edad. La menor, que sentía que la miraban, buscó los ojos observadores. Ramiro no aguantó mucho el contacto visual y salió de nuevo al patio a juntarse con su grupete. Estaban enrroillando, aportó con un par de carnecitas bien pulposas, ver la cantidad de jah que tenía le producía satisfacción, la cual se resumía en la sonrisa que lucía. Sintió su risa... y el eco de su risa en su cabeza, y el eco del eco, y el eco del eco del eco, perdidos en su demente cabeza.

-Cuéntame tu viaje, a ver -le preguntó Darío.

Ramiro le contó las sensaciones iniciales y se detuvo en la historia de las hermanas de la cabina del Dj. Al contarlo lo pensó con tanta fuerza que a los segundos las vio pasar por el patio, donde se acercaron a la mesa para servirse otro vaso.

-Mira a ese par de tías -dijo señalándolas con discreción- la más pequeña es de la que te hablaba.

-La mayor es mi ex, yo las conozco. La menor se llama Pía, son un par de joyas, de aquellas.

"Pía", almacenó su cabeza en un lugar seguro, no quería que se extraviara. Un par de flashes atravesaron su vista. Cambió el tema de conversación. Conversaba con Darío lo de los rayos lásers. Intercambiaron experiencias. Ramiro comenzaba a hablar a mil, como una máquina que tipea oraciones automáticamente; su amigo, tranquilo y sosteniendo su vaso con seguridad veía como se le deformaba el rostro, como los ojos se le achicaban y agrandaban gradualmente, como se envilecían, como su risa sonaba más frágil y similar a la de un niño, como penetraba en su pensamiento, traspasando el pasado, el presente y el futuro, convirtiéndolos en un sólo tiempo: un tiempo inexistente. Él no percibía estos cambios, estaba concentrado analizando a Pía. No era el color de cabello, no era la simpática cola, no eran las pequeñas y formadas balas de su pecho ni el abultado trasero, era.... su aura. En cada uno de los movimientos de ella sentía la energía que descargaba y captaba la libertad de sus brazos y piernas. Iba para adelante y para atrás, sin control, dejándose llevar. "Es una locaza". Hacía rato que él también bailaba, pero no se percató. La chica habló con varios sujetos pero parecía que a ninguno se acomodaba, ya que les daba bola un toque y de ahí los dejaba solos, ellos la perseguían como huelepedos. "Arrechitos". Las chispas estaban de moda en su campo visual, se habían instalado en su cerebro y pensaban ahí quedarse. La cerveza se terminó en su grupo, así que fue a la mesa y cogió otra, era un pretexto para acercarse a Pía, que estaba ahí. La tropezó suave.

-Disculpa -le dijo.

-No hay problema -respondió él- pero, ¿Cómo te llamas?

-Un gusto -cogió un vaso- ¿quieres que te sirva?

Aceptó. Le sirvió primero a la dama y luego se sirvió para sí mismo. Empezaron la conversación. Se contaron cómo habían llegado allí, a la casa de Esteban, pero al momento la hermana la llamó y ella tuvo que, después de pedir "permiso", irse. Ramiro no le tomó mucha importancia a esto, lo más importante ya lo había concluido: dar el primer paso. Además ya estaba bien colocado y no quería bajar por sentirse huevón persiguiéndola como los demás. Si algo se tenía que dar, no tenía por qué forzarlo, las cosas vienen por sí solas y caen por su propio peso. La velocidad de su pensamiento que escudriñaba escrupulosamente todo lo que veía lo abstrajo, excuyéndolo de la conversación. Los otros se reían, adivinando la etapa en que se encontraba el pequeño saltamontes pegado a los papeles y las gotas de Ramiro.

-Ya dibujaste tu círculo -dijo Darío, refiriéndose al círculo que todos trazamos cuando bailamos, ese círculo que es de nuestra propiedad, espacio inviolable. Ramiro río, lo sabía.

-Sí, jajaja -señaló a Pía- eso también me atraía de ella. Mira la confianza que se tiene, mira que bien que ha dibujado su círculo, no deja que nadie se inmiscuya en éste. Es una capa.

Darío notó que cuando pensó que Ramiro estaba concentrado en su psiquis realemente estaba fijándose en Pía, entonces decidió contarle más. Le dijo que las dos hermanas habían sido bien freakys de jóvenes, que también les gustaba harto el trip y que recontra roleaban en los tonos, pero que ahora, después de tiempo practicando ayahuasca, se habían calmado y consumían ácidos en pocas ocasiones, siendo su viaje favorito el del mezcal. Para Ramiro todo se aclaró, esa vibra que desprendía Pía la conocía y ahora la reconocía, miró el cielo y vio la luna llena. Estaban en un verdadero viaje. Estaban en el ritual de la muerte. Que a ella también le agrade el pedro despertó un interés que no tenía previamente. La vio para certificarse y sí, lo sentía, lo precibía. Pensó, otra vez, con tanta fuerza, que su aura atrajo al aura de ella.

-Qué bien bailas -le dijo, y se colocó en su delante.

Ramiro eliminó el pensamiento y ahora era pura acción. la enredó en sus brazos, sin importarle que la hermana mayor lo estuviese viendo con mala cara, sin importarle que creyera que sólo se quería, como todos los hombres, hacer a su hermana menor, porque eso había escuchado hace rato, cuando se alejó de ella en la mesa. Hizo que sus ojos choquen, que ambos se penetren con la mirada hasta lo más hondo de sus personalidades. Quemaban.

-Ahora estás en mi círculo -y advirtió-: a ver sí puedes salir. Muy al contrario de lo que pensó, escuchó:

-JA. Eso esta por verse.

Una protuberancia salió de su jean. La respuesta lo samaqueó como un maremoto japonés, supo que esa mujer era más de lo que esperaba, que estaba superando sus expectativas y que probablemente iba a aprender algo positivo de este encuentro. Sin embargo, intuyó que la máxima lección la iba a dar él, ahora lo iban a conocer bien. La apretó de la cintura e hizo caso omiso a la mala vibra que sintió de al fondo, de la mesa, de la hermana mayor, esa maldita perra que no hacía más que tratar de intimidarlo, pero eso no iba a pasar, su conspiración no iba a dar frutos, él sería el único, junto a la chica esa, Pía, por supuesto, ganador. Se movieron, rosándose ambos cuerpos, juntando electrones, produciendo chispas, creando electricidad en un circuito circular. Sonrisas retadoras y miradas provocativas.

-Yo tampoco me voy a quedar atrás -pensaron empaticamente.

La luna ya había decidido todo.


lunes, 13 de octubre de 2008

Hábitos Ancestrales


El hombre, en su evolución, aprendió muchas cosas, porque eso era lo que tenía que hacer para poder permanecer con vida, de lo contrario hubiesen muertos presa de los ciclos de la naturaleza. Descubrió el fuego, entendió como tallar la piedra y la madera, innovó cultivando la tierra. Pero entre todo lo que aprendía hubieron cosas que se volvieron hábitos y, otras, malos hábitos. Entre ellos está el fumar. El hombre fue más allá y combinó el producto de la tierra, la planta, con el fuego, que lo combustionaba, entonces descubrió que podía aspirar el humo, tragárselo. Pero lo más importante es que percibió que esto lo relajaba, que lo hacía “sentir bien”. El hombre ya no sólo cultivaba y comía el producto de la pacha, sino también lo fumaba. Era una innovación. Y el hombre fue tan inteligente que desarrolló su capacidad de discernimiento y escogió las plantas correctas que debía fumar. Encontró muchas, de diferentes efectos cada una. Entre ellas estaba la marihuana, la más tranquila y relajante. Esto produjo que el hombre siga evolucionando, ahora, además de en el plano empírico, en el de los confines del pensamiento. El hombre, animal sujeto al placer, adquirió el fumar como una práctica frecuente; un mal hábito. Este mal hábito, nacido de un gran descubrimiento que demostraría la capacidad de comprender el mundo y las cosas que hay en éste no lo dejó jamás y aun en la actualidad lo practica. La hierba, a diferencia del tabaco, se ilegalizó por motivos arcanos y siniestros, sin embargo esto no impide que hombres continuen practicando lo que practicaron hace muchos milenios de años sus antecesores primigíneos,: el arte de fumar, demostrando, así, sabiduría.

jueves, 9 de octubre de 2008

Que llegue la pizza

El Pizza Hut lo consideraba el peor lugar para ir a comer una pizza, ya que yo ya había trabajado ahí y sabía lo que era la atención en ese lugar. En una oportunidad (yo aún andaba de novato) me enviaron a la mesa de corte a trozar todas las pizzas y/o sacarlas a to-go y/o enviarlas al counter de delivery, cuando una pizza de ocho slices, muy inofensiva, me creó problemas. La corté bien, las líneas imaginarias habían sido seguidas perfectamente, así que la puse en la paleta y debía dejarla en el counter de to-go, a menos de un metro de distancia de mí, separado por un pequeño espacio vacío. No debía existir ningún problema en trasladarla de mesa a mesa, pero al momento de hacerlo, la paleta chocó contra el filo de la mesa de corte y, splash, se inclinó diagonalmente y la pizza cayó al suelo. Carajo, la jodí, pensé, pero para mi suerte tenía un ángel al lado: Johanny. Ella era una mesera entusiasta y se llevaba bien con todo el personal de producción como de servicio, quizá por simpatía se hizo cargo de la situación.

-¡Recógela! - gritó inmediatamente.

Estaba tan dopado y sorprendido por mi torpeza que no obedecí en el acto. "Vamos, vamos, antes de que nos vean, esto tiene arreglo", me incentivaba. Al fin reaccioné. Recogí la pizza; estaba toda arruinada, lucía dispareja y una parte de la masa superior y los ingredientes se habían destartalado. Todo estaba perdido... para mí, mas no para Johanny, quien acomodó lo que se había caído como pudo y con mirada traviesa me dijo:

-Ojalá no se den cuenta - al rato regresó, me chocó esas cinco y me regaló un beso. Esa Johanny... toda la vida una coqueta.

Yo sabía que eso pasaba miles de veces al día, porque en ese establecimiento no se preocupaban por el servicio sino por sacar la orden y punto. Pero en ocasiones hay que ceder y esta vez fue mi turno, así que apoyé a Graciela, mi enamorada de hace cinco días, y bien agarraditos de la mano nos fuimos al Pizza Hut, a que la dama coma su pizza favorita. Yo no estaba precisamente enamorado de ella, me parecía encantadora y un partidazo, no era de las que te hablan miles de superficialidades y luego te la llevas a la cama, es más, a las justas me daba “besitos”; sin embargo, era buena compañía y por esas fechas eso no me caía a mal. Pedimos una “suprema” porque yo soy un carnívoro total y porque a mí me tocaba escoger qué íbamos a ordenar. Como ella no tomaba ni fumaba (y si fumaba –cigarro- lo hacía en circunstancias especiales en extremo) pedí que nos traigan unos jugos en vez de la clásica sangría, ¡en fin!

El tipo de la orden se fue a pasar el pedido y me dejó como quería: frente a ella, cara a cara, qué delicia… Disfrutaba a pleno esa imagen, aquel angelito me movía el piso… un poquito nomás, esteee, jeje. Estuvo conversándome algo, mas yo me distraje con la calle así que sólo asentía positivamente con la cabeza. En el edifico de al frente, en el segundo piso, seguro seguía viviendo ese viejo holgazán que me presentó Bruno cuando recién entré al trabajo hace meses, por la calle, parejas caminaban, dos o tres se estaban peleando. Entonces interrumpió mis divagaciones con una pregunta que no podía responder asintiendo o negando con la cabeza, cómo llegó hasta ahí la conversación no lo sé.

-Amor –me agarró de la mano y me miró con ternura como para que no fallara la respuesta, ¿por qué las mujeres serán así?-,¿cómo te imaginas nuestra boda?

Con la visión total de sus ojos, volé… Una lista gigante con los nombres de todos mis amigotes, para que no me aburra en la celebración y esté ahí, como me agradaba estar, con “la gente”, ah claro, también su familia y mi familia, ah verdad, sus amistades también, aunque de segundo plano. ¿Yo? En mi gloria: hecho un maldito desgraciado (con la camiseta 10 en la espalda, la cinta del capitán, y el equipo al hombro, “vamos pa’lante muchachos”). Una gota directo a la lengua una hora antes para estar “IN BLOOM” cuando tenga que decir el “sí, acepto”. Fresco, como siempre, con una moderada camisa verde, blazer, jeans y unas clásicas zapatillas samba, las que me acompañaron en mi juventud… toda una burla (como debe ser). Sonreía cada vez más, frente a ella. Luego del sí, en vez de arrojar arroz, gramos de md. En el carro, en el paseo previo a la fiesta, toda una diablada de sexo. ¡Ohhhh SÍ! Y había más. En la fiesta yo ya estaría a mil con el ácido, cagándome de risa y chacoteando con la gente. ¿Qué había para ellos, para mis invitados? Mozos que desfilaban con bandejas de bombitas, para todos y sin excepción ¿Qué más? Alcohol para los que les gusta estar borrachitos y para los que lo usamos para que la suba. Música electrónica en el patio, a la luz del día a y a la luz de la noche, ambientado lo más freaky posible. Y ah, por supuesto, también mi novia, linda ella. Esta fiesta duraría dos días, y la luna de miel sería historia aparte… entonces desperté de mi ensueño y la vi esperando la ansiada respuesta. Imaginar es ilimitado, todo lo que viví en mi cabeza en un fracción de segundo.

-Como tú me dijiste pues amor, en el día de la primavera y con una recepción estupenda en tu iglesia favorita, donde estarían todos nuestros familiares y sólo nuestros más cercanos amigos, algo discreto nomás, que sea recordado por la calidad y la mesura.

Sonrió y me besó.



lunes, 6 de octubre de 2008

En esta habitación (El Cuarto Blanco)

De pie en el centro de mi habitación viendo mis paredes y en ella mi vida girar, llena de imágenes y sensaciones, viajando sin movimiento, dejando de verlo como un simple paralelepípedo careciente de signficación. Aunque no he vivido toda mi vida en este cuarto (sólo desde hace cinco años) ha bastado con que mi pensamiento desmesurado haya llenado este lugar de energía malcalificada, es decir, negativa. Y no sólo he sido yo, sino también otras personas, como mis mismos padres, que han tenido alguna vez algún tipo de intervención tensa en este lugar. Además, proyecto en ellas el mundo girar, siendo yo el eje, en torno de quien el universo gira, protagonista único de la vida, y por ende, configurador de un mundo, el cual sólo se verá como luce porque es así como yo lo veo. Entonces comprendo la gran importancia de esta habitación en mi transcurso por la vida: es el espacio donde se concentrará con mayor intensidad mi energía. Soy conciente, ahora, de la importancia de su color, ya que este influye, es un instrumento para descifrar la "luz". Estoy descontento con este azul eléctrico, no necesito ahondar con demasiada cavilación para darme cuenta de que este espacio, futuro templo, necesita una renovación, ser de color blanco, energía pura. Imagino cómo será después de eso y la sonrisa asoma por mi rostro. Sé que quedará genial, como toda obra realizada con conciencia y buena vibra. Aunque una duda obstruye mi proyecto: qué será de las paredes. Paredes que ahora no tienen nada, sólo los rastros (nada peor que un rastro, una huella del pasado) de los afiches, las fotos, los pósters, las citas y los dibujos que en un pasado no muy lejando las adornaron. Estoy seguro de que en esos vértices (donde queda el pegamento de la cinta adhesiva) se concentra la cantidad más copiosa de energía malcalificada. Pero qué será, entonces, ahora de ellas? Redibujaré el ojo entre diamantes, la manzana solitaria, el árbol sin florecer? O debería practicar nuevos duibujos, manifestaciones de una "nueva era", semánticamente diferentes? O quizá sea lo correcto pegar imágenes insólitas o fotos de personas sobresalientes en el mundo del pensamiento, de la comprensión de los siete cuerpos de los hombres, de las artes, y afines? Existen muchas más: pintar el techo con rayas blancas y negras, creando una especie de ilusión óptica, gráficar en el centro de la pared un vórtex, o crear una puerta que penentre en otras dimensiones... uffff. Es importante el significado y el sentido que le atribuimos a las cosas, pues son parte de la configuración de nuestro panorama del mundo, de la vida, y de la vida en el mundo y el mundo en la vida. De pie, en el centro de mi cuarto, me alejo de él para estar, ahora, en un portal de energía transformador de luz, de pie, en el centro de esta habitación, vuelo lo más que puedo con el poder de mi mente, siento gran agitación a mi alrededor, abro los ojos y veo mi cuarto, ahora de color blanco, perfecto.

martes, 30 de septiembre de 2008

Que sea antes de mi muerte, así sea!

Abro los ojos, mi cuerpo lo siento pesado y grasoso. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Qué hora es? ¡Maldición! ¿Cuánto tiempo ha pasado entonces, qué día es hoy? Por la ventana entra luz, una lástima que no me ayude con la fecha el simple reflejo de los rayos del sol. Me destapo y salgo desnudo a la sala. ¿Botellas de vino, cajas de cerveza? ¿Miles de porros en el suelo? ¿Qué putamare ha pasado acá? El ruido de la lavadora me inquieta, ¿será la empleada (si es así puede ser hoy martes o jueves)? Me rasco el culo y camino hacia el baño para orinar. ¿Sangre, vómitos? ¿Qué carajo? Qué fecha será no sé, pero es el día de las sorpresas en el calendario seguro. Ahora también suena la licuadora, qué sucede...

-¿Quién está ahí? - grito entre el pasillo.

Escucho una sonrisita desde la cocina. Todo en mi mente está tan desordenado... Llego a la cocina y veo a una rubia en babydoll, ¿qué (¿de cuándo aquó una rubia? si mis favoritas son las bronceaditas)?

-¿Quién eres tú? - me sale un gallo al final de la pregunta.

-¿No te acuerdas, amorcito? - me responde con otra puta pregunta.

Hago un ademán de desconcierto...y... la memoria empieza a refrescar... Es la tipa esa de Guyana Francesa que trajo Alejando el viernes a la casa (¿cómo es el gentilicio de la gente de Guyana Francesa? Ni lo sé...). Pero... ¿¡ Por qué me dice "amor"!? Está ahí parada, preparando el jugo de fresas, volteando de rato en rato a verme y sonreirme... ¿qué he hecho?

-Vamos Tontín, que la boda empieza en unas horas, alista tus cosas, ya en un rato nos recoge el jet.

-¿JET? ¿A dónde íbamos? ¿Boda? ¡En qué lío me he metido! ¿Pero que le pasa a esta tía, en qué pasta está? Regreso al cuarto, con altos índices de desconcierto y encuentro su bolso al lado de la cama. Lo reviso y encuentro su pasaporte, efectivamente es de Guyana, no fallé. ¡Ajá! Un carnet de la BMW, título de gerente general; ahora comprendo lo del jet, es su jet. ¡Rayos!

-Ok darling, me alisto y me cuentas en el desayuno lo sucedido -disimulo lo que no sé, ni huevón, algo bueno he hecho por primera vez, y ¡sin saber! -¡Ha sido todo tan loco, por dios!

Viene hacia mí y me retiene en sus brazos.

-Claro que sí, mi loquito (carajo!) pero primero déjame hacerte una vez más feliz -dice y se pone de cuclillas, abre la boca y refresa todo menos mi memoria. ¡Dios mío, ya era hora! Parece que esta tía es una ricachona, que está encaprichada conmigo y que con ella me saqué la lotería, qué tal golpe de suerte, qué viva Hector Lavoe carajo!

martes, 23 de septiembre de 2008

Ascensor


He estado tomando tranquilizantes-pastillas para domir en los últimos día (qué feo farmacodependiente no?) pero en los últimos dos días he tomado un poco más de costumbre... es que no podía dormir. Me he levantado medio pesado medio ligero con la cabeza media volada. Veo el reloj, son las diez de la mañana, no es la hora perfecta, pero comparándola con las seis am y exabrutos durante las horas de sueño, esto está magnífico. Quiero dormir hasta las tres, todavía es muy temprano para empezar a pensar, tomo 0.5 más y desayuno maca y al rato un cigarro.

Mi mamá pinta sus biombos, tiene que completar 100, se está esforzando bastante; yo acá, rascándome la cabeza y mis problemas ocultados en la neblina del sueño. Pregunto rápido si está ya lo que me mandó mi tía, es lo único que se me ocurre. Un celular, sapito, Samsung, no tiene cámara pero es a colores; no es perfecto, pero a comparación a la basura blanco y negro que tengo está genial. Es AT&T la basura, una de esas compañías norteamericanas que contaminan mentalmente a todo el planeta. De inmediato pongo mi chip y mientras mi vieja me advierte que a veces, cuando vienen de otros países, hay que decodificarlos, "qué salada". Putamare, ahora hay que mandar a arreglar esta mierda. Qué tal chingada, hasta que lo conviertan... "Tímbrale a tu papá", me aconseja mi progenitora, tan comprensible o ya tan harta de mí y mis comportamientos, pero ella también sabe que fui presa de un experimento manipulatorio, es más, ella lo sabe más que yo. Al rato contesto el teléfono: "Oe viejo que el celular no funciona -me corta: "ahí tu tía te ha mandado otro". -Ese PE!". Me explica como si yo fuese un retrógado (sabe que hay que hablarme con paciencia, más ahora, en estos días) que lo va a mandar a arreglar, pero yo no tengo tiempo para seguir con ese incunable de los celulares.

-¿Qué, cuándo?

-Ya en un rato voy por la casa - responde, más calmado que yo con el tranquilizante. vaya....

La cuestión del celular estaba solucionada: papá hizo caso. Le pregunto dónde están las gafas hippie (netamente hippie, con lunas redondas y medio arco entre ellas, patas bronces... una delicia, amo los setentas) y donde me dice están y donde están las cojo y de las manos donde las cojí van a mis ojos.

-Ya vez mamá, esto sí es estar dopado, nada que joints... -digo exhaltadamente- mira: maca (no me gusta el café, la maca también te despierta), cigarros y tranquilizantes... Bayly tenía razón, aunque lo de el es Prozac, pero esto es la misma mierda al fin mamá, la cosa es que te sientes como Superman (no es algo que desse, lo contrario, peor que voy a hacer?)... aunque por las tardes no hablo.. y por las noches me da la melancolía.

Al menos esa melancolía no me hace llamar ni nada, hasta me deja postrado en cama como para no entrar a internet y ver todas las mierdas que hay por ahñi botadas. Le pido dinero para comprarme la serie Weed, una serie de fumones, no le he dicho que trata de eso, aunque así lo supiera solo me miraría.

-Tu papá te ha dejado dos soles -indica donde están, en la mesa.

Ah, chévere.. pero: NOOOOO! Sigo requintando. Pero mamá es que también necesito para una recagra, que ya que no puedo entrar a internet. Me quejo que por esa perra de mierda tengo negado el acceso a internet, solo para no joderla, sí sí, mientras la puta abre sus piernas por ahí, me mintió indiscriminadamente durante un año y ahora camina y juerguea tranquila la pendeja, pero qué tal concha!

-Todos los websites que leo está ahí su puto link -explico, exhaustado-. "Pastillas Superman antes de las 12am", deberían llamarse - incluso en una página donde siempre visito, es más, es la que más leo!

Mi mamá sigue pintando sus cosas, me escucha atentamente. Por la avenida, que se ve desde mi ventana, no transucrren carros, aún no está terminado el metropolitano que durante tanto tiempo ha agitado el tránsito. Todo esto no me distrae de mi ira, que ya no es tan ira, pero es ira, al fin y al cabo, deben ser las ansías de la venganza, pero eso ya está olvidado. Que se joda.

-Un día le voy a dar diez soles a Pollito para que le reviente la luna de un piedrazo - digo y mi pensamiento se desvía.

En todo esto persuado a mi vieja para que me dé el dinero que necesitaba. Yo sigo putendo a la perra... Mi mamá me dice que yo ya sabía cómo era ella, que me paraba mintiendo...entonces la interrumpo:

-Mamá! Tú sabes cómo soy yo, todo lo que hago yo, en cambio ella, me mintió a mí, le miente a sus padres, le miente a sus amigos, es una hipócrita egoísta, que solo intenta fingir lo que no es para que crean que es "buena" -agrego con tono de justiciero-: La verdad siempre se sabe, felizmente.

La idea me pareció genial así que cogí el lapicero y la servilleta y el otro cigarro que me dio mi mamá, intento escribir algo así como una poesía "subersiva", pero la idea se me ha ido, como siempre, y lo único que dice en el papel es "mentía" bis.

-Guárdamelo por ahí mamá, no dice nada pero algo saldrá - me rió y mi mamá también.

Suena el timbre, no le presto ni atención porque siempre son los tipos que te dejan la agenda de cable o el recibo de luz. Sigo pegado en la servilleta, la saqué de donde la dejé porque me pareció ilumninarme pero sigo ahí, con "mentía" en una servilleta, ah, he agregado "ella". Mi mamá abre la puerta del departamento, será su amiga la peluquera... Pero es mi tía Rosa, la que canta en NovaLima y yo acá con las gafas puestas, no tardo en levantarlas para no hacer roche.

-Hola tía, cómo estás? - "aquí bien sobrino", sueno tan encantador. Así se sentirá ser hipócrita?

Mi mamá me da el dinero, me meto unos hits porque estos tranquilizantes me han dejado a mil, la calle podría ser chévere. Recalco que no me bote ese papel y que ahí no dice nada pero que dirá, mi tía también ríe. Sabrá de mi genialidad de escritor? Bah imbécil, eres un simple blogger. Solo hago recorridos cortos, muy cerca a mi barrio, los lugares, las situaciones me traen retormentos. Ahí sí me bajo las gafas, la calle... aunque las subo un momentico porque al frente está parada en su puerta la mamá de mi vecina, es del barrio la tía, puede estar hablando mal de mí luego, y solo por sospechar que uso gafas en invierno y que es por algo. Vaya si estoy deductivo... o paranoico. me las vuelvo a subir, vista oscura.

En la farmacia (donde haría la recarga) vuelvo a subierme las gafas. Qué tal problema, pero ella es quien me vende los tranquilizantes sin receta pues, sospecharía. Aunque de hecho ya sospecha, sí ahí compro mis condones, ahí compraba mis gotas... para qué cité los condones? Ideas intransigentes. Haha, tu diciendo que ibas a usar las gafas porque no querías que nadie jamás te viera la cara y a cada rato te las tienes que subir, haha. Con la recarga lista regreso a la calle y a mi visión oscura, camino bastante agitado, tengo la sonrisa de oreja a oreja, pero eso no es lo que sucede adentro, es un efecto ilusorio de la dopadez, así es cómo se olvida? Sí es asi voy por buen camino, todo con tal de eliminar los karmas que dejó impregnado por todos lados. En todo mi recorrido mi cerebro ha ido como qu escribiendo en mi cabeza todo lo que sucedía, me parece que sería un gran cuento, tengo que publicarlo, sería un éxito. Tiene confusión, vértigo, todo lo que más me gusta de un buen cuento.
-¡La voy a publicar, la voy a publicar! - grito con júbilo por la calle.

Pero... publicarla, o no publicarla? No quiero entrar a interner, para qué la publicaría? El cigarro me ha tranquilizado (ya cuántos voy, seis marlboros rojos?) y me hace pensar mejor la situación. ¿Publicarla o no publicarla? Efecto ascensor también se debería llamar. Queda camino hasta el puesto de los DVD's, tengo tiempo para pensar la situación. Me he desanimado, no voy a publicar nada, además ese cuento estaría bastante gastado y la situación es una mierda. No, no hay nada que contar.

The Patient (El Paciente)

Ninguna droga te tranquiliza permanentemente (por eso es una droga), salvo que te la suministres con frecuencia, siendo cada vez que la droga baja su efecto aletargador cuando se consume nuevamente. A ese estado se le llama estar dopado. Te inhabilita de pensamiento, te incondiciona de acción. Es o una o la otra. Es una actitud suicida, también, corro el peligro de convertirme en un potencial consumidor de calmantes, ansiolíticos y finalmente todo tipo de derivados, lo que puede desatar una crisis emocional tan grande que conlleve a un intento de autodestrucción. Es el clonazepan. Además de sentirte medio dopado (la mayor parte del tiempo), algunas veces te sientes fantásticamente bueno y noble. Es un arma de doble filo. ¿Qué voy a hacer? Como un potencial psicópata desquiciado y enfermo mental, opté por inmolarme a arruinar a otros, por más que lo ansié, lo deseé, lo anhelé. Es que el crimen no paga. Estuve forzando a que el mundo de vueltas en menos de 365 días, lo que tampoco es condenable, ya que creo que quien ha sido víctima de daño psicológico intencional durante más de un año tiene todo el derecho de arremeter su máxima fuerza e ira contra su agresor. Hubiese sido una situación digna del último libro de La Biblia, el Apocalipsis. Hubiese arruinado toda una familia entera, y de cumplir mi malevolo plan, hasta sangre, sudor y lágrimas hubiesen corrido por el pavimento. Entonces estoy así, conteniendo al profundo animal instintivo que está detrás de tanta alegría que ya no se deja ver en ninguna de mis expresiones corporales. Estoy utilizando un mecanismo de defensa a conciencia propia. Es doloroso el autotratamiento (y mucho más la automedicación), la cabeza se carga de neblina y el cuerpo pierde su peso y fuerza de gravedad, tanto así que hay momentos que ni lascívico te sientes (y eso es que tengo el útlimo porno de "Pijamadas Mixtas: Celestina Holes"). Me he anestesiado, convertido en un hombre incapaz de reacción, pacífico. Me equivoco de adjetivo, debí decir "pasivo". Pero es porque mi voluntad, de tanto calmante, se ha disipado. Podría ver como el mundo se derrumba y mi familia muere, y lo único que haría sería llorar, sentarme en una silla, y mirar fijamente algún espacio de la pared, con la mente en blanco y el recuerdo de la tragedia borroso e incluso confuso, ni pensaría en venganza. Eso decidí hacer conmigo, ser esto, una sombra del mediodía. ¿Cuánto tiempo durará este experimento para calmar mi ser, apaciguarlo, desvanecerlo? No lo sé: indefinido. Espero que no sea mucho, estoy expuesto a demasiada sensibilidad de todas maneras. Me olvidé de mis agresores, ya no quiero hacerles nada, pero, con lágrimas, los odio y lo que nunca olvidaré fue tanta mentira que se me metió. Por eso estoy en casa, sin comer porque las conexiones de los neurotrasmisores (IRRS) no comunican hambre, ni sentimientos, ni pasión, ni exaltación. me mantengo, entonces, en casa, sin provocaciones de los estímulos que están afuera que pueden producir tantas asociaciones a mi cerebro negativas que desatarían la crisis mencionada renglones arriba de este. La calle me llama, pero el tranquilizante me calla. Y es así que por más que el agresor, que lo conozco y sé donde encontrarlo y atacarlo, esté vivito y coleando de lo más conetento por la calle, sin pensar en el daño emitido, no voy a hacer más que acostarme en mi cama y cerrar los ojos para dormir, hasta el día que la memoria se deteriore y sea tan afortunado de padecer una amnesia selectiva. Ahí, quizá, ya pueda salir a la calle. Ese hijo de puta no tiene ni idea del daño causado. Debo dejar la pluma, el megáfono nos comunica que es hora del almuerzo y de la suministración de pastillas, además estoy algo agotado, ayer me quedé hasta tarde conversando con Plutarco, jaja, ese no es su nombre, tampoco su apodo, es lo que él cree ser. Aquí la gente termina así.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Misterios de una habitación

Mi cuarto para desordenado, sin embargo esto no implica que se me pierdan las cosas: entiendo muy bien mi caos. Pero en la última semana se me han perdido varias cosas y sin dejar indicio alguno. Esta situación me preocupa porque, además, mi cuarto es un espacio pequeño, cabe el colchón de la cama (sin tarima, porque me gusta sentirme roots, un escritorio y un ropero; está el closet, donde la ropa cuelga de ganchos y no hay ningún cajón, paradójicamente, un televisor en el suelo, para seguir la onda roots; entonces las cosas solo se pueden extraviar en un lugar: en el desorden de mis escritos, de mis planes de escritos, de mis escritos a medias, y de mis abortos de escritos, y de mi ropa sucia. Pero ahí no estaban ni mis dos paquetes de rislas, ni el lápicero tinta indeleble, ni la tapa de mi frasco para guardar la jah ni mi cuento dedicado a maría. ¿Dónde estaban? Mis paredes no me lo querían contar. Pasé dos días perturbado, y al tercero, que es el definitivo, luego de buscar por todos lados, decidí ir más allá. Empujé todos los aparatos de mi cuarto; bajo ninguno estaba. Se me prendió el foquito y se deshizo la flojera y moví, entonces, muy desconfiado, el colchón, el lugar donde siempre reposaba. La sorpresa que me llevé al arrimarlo fue desmesurada. Me encontré con un inmenso hojo negro ¡Justo debajo de mi cama! ¡De mi aposento! Un hoyo negro donde flotaban, entre ese aire frío, todos los objetos que se me extraviaron.


jueves, 28 de agosto de 2008

La Fachada


Cuando me mudé a este barrio, confíe en el talento de sus habitantes. Pensé que era lo que con la vista representaba. Bares, centros culturales, espectáculos nocturnos, teatros, escuelas... varios locales dedicados al arte en su totalidad, desde pintura hasta escritos atravesando por la música. Yo necesitaba pintar mi nueva casa, ya que el color de la fachada y de los interiores no era de mi agrado. Esto se debía, deduje yo, a que antes vivía ahí una abuela tejedora. Para ese trabajo tuve que consultar con el pintor más reconocido del lugar (todos hablaban de él), lo llevé a casa y le di las instrucciones:

-Píntala (la fachada) lo más psicodélica que se pueda - y me retiré a mi alcoba, a descansar o a terminar algunos detalles.

Antes de la caída del sol desperté de la siesta, calculé que ya haía transcurrido lo suficiente como para que el trabajo ande a la mitad. Saludé al pintor por la ventana y salí a ver la fachada.

-Nunca he visto nada tan poco original - exclamé. Acto seguido, lo despedí.

El sujeto había pintado cuadrados en escala de grises... ¿Qué puta concepción tendría tal individuo de psicodelia? Qué tío para más pasta, concluí y regresé a dormir, exhausto por ese desplante. Fue un sueño inquieto el de esa noche, estaba preocupado por mi pared, soñaba en gris: el cielo era gris; las calles, gris; las personas, gris; me hacía recordar una ciudad que se llamaba Lima, situada en un país tercermundista de sudamérica.

A la mañana siguiente pasé en carro por todos los complejos deportivos del barrio y recluté a un joven que pintaba un partido callejero. Quise engañarme que el sí tenía imaginación, y previa conversación, lo recluté. El afirmó todas mis preguntas, incluso, con ánimo, me dijo que dejaría de mi pared una obra de arte.

Al igual que con el anterior pintor, me metí a la casa y lo dejé trabajar. Esa era mi concepción del trabajo (y también de la vida): libre. De pequeño mi padre me presionaba mucho con mis tares, lo cual no me agradaba y producía malos resultados, así que yo ya sabía cómo se debía trabajar perfectamente. Sin embargo, le dejé otra vez el mensaje: "Lo más psicodélico que puedas", cerré la puerta y me metí.

En casa estuve conversando con mis parientes y amigos de mi antiguo pueblo, y comentaba emocionado que estaban terminando mi fachada, y que cuanod ésta esté concluida, procedería, el artista, a terminar los interiores. Tenía en mente una locura de casa, mis expectativas eran gigantes. Luego de tanto hablar y hablar las orejas ya estaban rojas, lo mismo que el cielo con la nueva caída del sol, así que decidí salir a aguaitar cómo iba la cosa. Oh no, otra decepcdión: un gigante arcoiris. ¿Esa forma oblicua de siete colores sería mi fachada? Jamás. Noté mi descontento rápidamente, di un sencillo al joven, que por lo menos había sido más desbordante en imaginación, y me retiré al cuarto de mal humor. Dos días, y nada.

Llegada la noche fui a un bar cercano, pedí unos gramos de maldita y refleccioné sentado, con pipa en mano. Conversé con la mujer del mostrador, quien era muy amable. Le conté sobre el problema que tenía y ella me dio esperanzas. Ella también pintaba, y se podía hacer cargo de mi fachada. Conversando y conversando nos encontramos muchas coincidencias, y entre maldita y risas, congeniamos muy bien. Pasé la noche con ella, en mi casa. Sorprendentemente, confirmó que esa casa perteneció a una abuela tejedora, no puede evitar la risa ni el suave contacto con su cuerpo.

Echado, con ella a mi lado, no pude concebir el sueño pensando si esa chica realmente dejaría bien mi fachada, o si sería otra apariencia engañosa más de este pueblo...