lunes, 4 de agosto de 2008

La ciudad negada


Hace mucho tiempo estaba obsesionado con un lugar. Era el más bello de todos los que había jamás contemplado y prometía cumplir los sueños más dulces de cualquier hombre inspirado. Seguí el sendero tratando de llegar, incluso estuve ahí durante mucho tiempo. No me equivoqué, el lugar era hermoso y había llegado rápido, qué más podía pedir? Estuve allí durante demasiado tiempo, disfrutando al máximo de todo lo que se me ofrecía y experimentando sensaciones que nunca había sentido. Pero algo pasó, y me despojdaron del lugar. Fue raro, en el lugar ya me querían, ya era parte de éste. Pasé tiempo triste y desorientado, incapaz de comprender que en ese sitio yo ya no era bienvenido. Sin embargo seguí intentado, y tras muchos obstáculos se me admintió de nuevo. Ya no me sentía tan cómodo como antes, pero tenía las esperanzas de que la situación se estabilizaría. Eso no pasó. Tuve un año de estadía equívoca ahí, siendo despojado constantemente y recibiendo los peores de los improperios de los habitantes, quienes ya no me querían y ya hasta había acogido a otros viajeros y les habían dado exclusividades de las que sólo yo podía recibir. Estaba ultrajado ese pueblo, mi escencia ahí desvaneció. Pasé, ahora, mucho tiempo melancólico, un golpe de suerte me regresó, parecía que todos habían recapacitado y me querian de nuevo, pero no! se engañaban o me mentían. Me han hecho pasar muchas malas tretas y me han enviado constantemente invitaciones falsas, o me han respondido a algunas angustiosas y desesperadas misívas que les envíe para que recapaciten, pero ellos no responden con palabras verdaderas. No tienen razón para, imagino. Yo ya no comprendo qué puedo querer estar ahi, que antes era magia y destellos, pero que ahora es tormento y truenos. Una pesadilla. Estoy resignado, estoy lejos de la puerta de esa ciudad. Me ha costado y me sigue costando tanto comprendrlol, como si quisiera que seamos los polos opuestos de un imán y la ciudad me atraiga nuevamente y me deje entrar a sus puertas y sea yo nuevamente el hombre insigne que ahí fui. Pero miles de vituperios me han alejado, y yo no creo que los habitantes de esa ciudad me quieran alguna vez más.

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