lunes, 1 de febrero de 2010

Un hombre más

El día que llamé a mi madre por teléfono entusiasmado y le dije que iba a la reconquista de mi amor me se quedó callada por el auricular. Yo interpreté su silencio como algo malo, así que la alenté. No lo logré. Mi madre me preguntó si es que estaba seguro y me dijo que iba a ir comprándome mi pañuelo de lágrimas. No creí que fuese necesario, me sentía optimista y un futuro triunfante. Las posibilidades de fracaso no cabían dentro de mis expectativas. Hasta ahora no he llorado, todavía no me sirve el paño de lágrimas que efectivamente compró mi madre, para que le dé la razón eternamente y escuche lo que ella me dice y no lo que me dice mi corazón. He fracasado en todos mis intentos. Y ya estoy empezando a sentir la pegada, la ausencia de una persona a quien contarle mis problemas es notoria. Demuestro que no estoy preparado. Le doy la razón a todos los demás cuando decían que no estaba preparado. Descubrieron todo lo que hice después de mi salida, nada fue penalizado, sin embargo corrieron varias versiones. Estaba prohibido conectarse a Intenet,. pero yo me aprovechaba de la nobleza de mi hermano" y lo hacía. Las primeras veces me contec taba como desconectadoal messenger y conversaba con mis más cercanos y de confianza. La bandeja de mi e-mail estaba vacía, y no supe nunca quien me escribió. Tardé en envalentonarme y abrir su facebook. Trataba de no hacerlo. No esperaba nada catastrófico tampoco. Me aguanté varias semanas. Pero una tarde, después de jugar pelota, día miércoles, regresamos a la casa y me enviaron a comprar una cajetilla de cigarros y una pastillas, y como las dos cosas se compraban en tiendas distantes entraría a Internet y daría com excusa la lejanía de los lugares. Ya lo tenía planeado, me estaba reprimiendo, esperando el momento. Le di los 50 centavos al muchacho y entré, antes que al msn, al facebook. Ahí tipé su nombre. La foto que salió fue desalentadora, la vi en pequeña, no la maximicé. Salía besando a otro chico en una pose idéntica a una foto que teníamos, ella salía en el mismo lugar que aquella foto, y el otro en el que estaba yo. Me desconecté rápido y caminé con premura a la tienda de Isaías a comprarme un cigarro y uno de los recados. Lo fumé rápido, con ansias, con la camiseta pegada a causa del sudor del partido y el calor de la tarde. Tenía que ser el único, de lo contrario llegaría a la casa apestando y tendría problemas. Pero en la otro tienda no me contuve y compré otro cigarro más. Lo fumé por la avenida, a expuestas de que uno de mis encargados me vea, pero eso me tenía sin cuidado. Lo fumé más rápido que el primero, lo acabé una cuadra antes de la casa; me metí un par de Halls a la boca y froté mis manos con alguna planta. Entré, di los recados al encargado y me bañé. Los pensamientos volaban, pero eran vacíos, evitaba todo tipo de especulaciones o cavilaciones. Una vez en la ducha dejé que me caiga el agua fría por todo el cuerpo, y en la ventana se veía como el sol se iba guardando y desaparecían los mosquitos. El agua caía y caía, giraba en círculos para que ninguna parte de mi cuerpo se quede sin mojar. Respiraba hondo, como me enseñó Papá Baschuk, inhalar, retener y exhalar, 5 segundos cada uno. Me vencí, no lloré, pero me arrodillé en la ducha y me quedé ahí por un buen rato mientras el agua me caía a la espalda. Me agarré de la cabeza, como tapándome los oídos, queriendo cubrir del mundo exterior. Me sequé y salí del baño fingiendo que nada había pasado. Necesitaba contárselo a alguien, desahogarme, pero no confiaba en nadie. Cogí mis llaves de dinámico y me hice cargo de la casa. Envié a todos a la asamblea y al grupo de cocinar a su cocina, a la C-C. Cuando me fui descubrieron que había entrado a Internet, que había entrado al facebook, y mi "hermano" contó que sí, que la había visto en el face -se lo llegué a contar, y me felicitó porque aún después de eso seguía ahí, en la casa, "donde debía estar"- y todos dijeron que por eso me había ido; por ella. Yo lo negué siempre, hasta a mí mismo me lo negué, me mentía creyéndome que había salido porque pensaba que ya era hora de que me encargue de mis asuntos y porque extrañaba bastante a mis amigos y ellos me necesitaban a su lado. Con el tiempo me he dado cuenta que lo hice por ella, sin razón alguna, creí que la recuperaría. Ya no cuento con Papá Bascuk para que me grite hasta reventarme los tímpanos que soy un idiota y que debo olvidarme y romper en absoluto con mi pasado, que si no regresaría a lo mismo de antes. Se me hizo imposible en ese entonces y ahora también. Me rehusé a hacerlo. Viajé con la intención de olvidarla, de sacarla por fin de mi vida, esta vez si estaba decidido, pero algo en el destino lo impidió, e hizo que surta el efecto contrario: que me apegue más a ella. Ahí fue cuando llamé a mi mamá entusiamado. Hoy los días son de derrota, ir al trabajo y esperar que se termine para regresar a casa, sintiéndome instisfecho de quién soy de lo que hago. Las cosas cambiaron mucho. No la pude volver a ver, tampoco. Hablamos por mensajes una vez, eso fue lo máximo. De ahí he fracasado. Intenté con fuerza, pero fallé. Va a costarme aceptarlo, a veces quisiera ser como ella, que logró sacarme de mi vida, pero tal vez eso se deba a que soy insignificante e intransigente, en cambio, ella eso lo contrario. Quedé marcado, si se abre mi piel a la altura del pectoral izquierdo se ve una herida, una herida que no se ve sobre la piel, sino dentro, como en el centro de la tierra, o en el origen de los hombres.

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