domingo, 6 de abril de 2008

Encerrado en mi cabeza

El registro de los sucesos que me han acontecido hasta estas palabras ha sido eliminado. He sido despodseído de sustantividad: no reconozco cuál es mi nombre. El lugar donde me encuentro es muy similar al interior de un cubo mágico. Mis movimientos trazan el espacio, es decir, para que un lugar, o un punto exista, debo moverme y así delinearlo; entonces, si estoy inmóvil, el universo soy yo, si abro los ojos y giro el cuello a la derecha, pues la derecha exisitrá. En vez de planetas reconozco imágenes: una sucedión de personas atraviesa mi cabeza. Estoy totalmente encerrado y sin idea de cómo salir, hay escaleras que van a todos lados, y a las habitaciones a las que llevan parecen producir ecos. Los sonidos son compactos: entran al oído y se establecen ahí sin desparecer, y cuando han tocado con un nervio resuenan y fingen ser mi conciencia. Hay alguien o algo más allá de todo esto. Estoy asustado porque no encuentro el escape, doy vueltas pero regreso al sitio inicial siempre, creo que todos los cuartos están conectados entre sí, y que hasta la puerta de salida (en el caso que exista) te lleva de regreso adentro. Por sorpresa han regresado algunos datos a mi memoria, pero no encuentro sentido a lo que vivo, lo que sé de mí no concuerda con nada de lo que está a mi alrededor. Uno de los caminos que tomé me ha conducido a un espacio al aire libre (es mi primera percepción), observo con atención: los árboles son naranjas, el cielo es amarillo, y en vez de nubes hay planetas. No hay signo de vida a la vista. Pienso que soy parte del Planeta de los Simios. Una luz, muy brillante, resplandece a lo lejos. La gravedad ha desaparecido y la fuerza de tal brillo me absorve. El lugar y todo me ha ursurpado la voluntad, y por eso mismo estoy saliendo de éste, no porque quisiera ya que me sería imposible. ¡He regresado! ¡Estoy en casa! Trato de entablar contacto con las cosas pero todavía son ajenas a mí, eso quiere decir que he regresado pero solo en una parte. Sin embargo ahora sí veo las cosas con normalidad, aunque el tiempo no existe y el espacio sigue distorsionado. Paulatinamente recobro el sentido de más cosas, eso ayuda de alguna forma, ya que ya sé dónde es la salida que el lugar donde estoy es mi casa. A pesar de esto no me deja de cavilar la interrogante de si siempre habré estado aquí. No lo sé y no lo puedo saber. Mientras tanto, sigo sentado, viendo el techo, viendo las cosas pasar, pasar y pasar...

No hay comentarios: