martes, 4 de mayo de 2010

Barrio

"Un hombre alado prefiere la noche"

-Soda Stereo.


Él ve el sol, si es que lo hay -porque ya terminó el verano y ya empezó el otoño y no todas las mañanas son soleadas y si lo son es porque el calentamiento global ha indefinido las estaciones y ya no es como antes que a cada temporada correspondía determinado clima, ahora son sólo denominaciones; el clima siempre está desordenado, predomina uno sobre otro, pero sólo eso, predomina- antes de entrar al trabajo. Es perezoso, puede despertarse temprano a hacer deporte, pero le da flojera, así que se despierta para bañarse, desayunar, alistarse e ir directo a la tienda. Es a través de las lunas del transporte público y de sus gafas (ya que haya o no sol las usa siempre por el día) que lo ve. En la tarde durante su refrigerio tiene la opción de salir un rato a dar una vuelta y fumarse un cigarrillo, como lo hacía cuando recién ingresó, pero es peresozo y ahorra ese tiempo para dar una cabeceada en el sofá. Sale tarde, no tan tarde como el concepto que él maneja de tarde, pero en la actualidad lo es. Valora mucho su tiempo. Regresa en el transporte público, aunque usualmente lo tienta la idea de regresar a pie. Es que la noche es... todo. Siente el friesito en su cuerpo y ve el cielo seminublado, con las luces de los faroles apañadas de agua en estado vaporizado y le entra el antojo, la nostalgia, el caminar solo y pensar, ahondar en sus pensamientos y analizar cómo van las cosas y cómo irán. Al llegar a casa cena, está medio peleado con sus padres, tienes sus diferencias debido a las distintas maneras de pensar y de tomar la vida, no es algo sorprendente, es lo contrario, totalmente natural: ambas partes han crecido en épocas completamente difrentes y han vivido cosas de índole, también, desiguales. Ha perdido el buen hábito de leer, está en sus planes retomarlo, pero quiere leer tantas obras que no sabe por dónde empezar, tiene pensado desde releer algunas obras como la trilogía de Tolkien o investigasr en la mitología nórdica, Beowulf e historias similares. Tesoros, aventureros, codicia, tierras lejanas, dragones, todo eso lo atrae. Debió nacer en esa era, piensa y desea de vez en cuando. Ya no quiere leer a Sartre, ni Camus, tiene claro que nada de existencialismo que respalde creencias pesimistas. Esa noche tiene planeado entrar a casa y ver History Channel, comunmente encuentra programas atractivos, pero luego de agradecer, como ahora acostumbra, a Diosito por cuidarlo, dirige su mirada al cielo y ve la luna llena, la resplandeciente luna llena. Inmediatamente siente el agua fluir por su cuerpo y sus ánimos se inquietan. El año anterior no disfrutó ni una sola noche de frío en su barrio, y quiere sentirlo de nuevo. En Barranco la mayoría de los jóvenes, y hasta viejos, fuman hierba (y consumen otras sustancias psicoactivas). Es común en ellos, el distrito es bohemio de por sí, el distrito los hizo así. Está en el aire. Hace un par de llamadas con la radio y en diez minutos está en las bancas donde él solía fumar y donde Ricky, un conocido pastelero, recogía ripios de hierba para armar sus cigarrillos de pasta básica y dormir, bueno, eso fue hasta que alumbraron las bancas y no hubo más espacio para él, un zombie. Ahora deambula por los buses con su guitarra -que por fin logró poseerla más de cinco noches sin que se la roben mientras dormía- cantando "María" de Vico C mientras babea y hace el peor espectáculo jamás representado y presenciado. En fin , se dice que por pena los pasajeros le dan unos céntimos. Se encuentra con uno de sus bróders del barrio, quien se ha vuelto un petarderazo y le ha dado la razón a quienes le decían que tarde o temprano terminaría comprando pacos de hierba, que fumaría en su casa, que fumaría solo, que computartía pesos y que ventanearía por un tiempo para que su vicio le salga gratis, él no quería admitirlo porque argumentaba que si hacía toda, o una de esas cosas, sería un fumón, y él no lo era. No lo era, ahora lo es: le da igual lo que le decían y se siente orgulloso de lo que es. Está bien, defiende sus derechos tercamente, ningún serenazgo lo bota de ningún parque por fumar hierba. Está en su derecho, como todos nosotros. Él tenía siempre hierba, actualmente no. No importa, la hierba no se niega, al igual que el agua, es fruto de la tierra y está para que la compartamos, así como las ideas que nos inculca. De todas maneras enrrolla el petardo, ha salido un buen petardo, en todo sentido: tamaño, forma, calidad. La ley del duende: el que lo enrrolla lo prende. Acerca el encendedor a su boca, donde sostiene el wiro entre las comisuras de sus labios. Lo enciende y le da los primeros toques. A la neblina del cielo se adhiere el humo místico. Y ahí están, haciendo honores a la luna llena. Sosegándose.

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